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(Pov Kairi)

Por fin terminó la competencia. No he podido ver a los chicos por mucho tiempo debido a lo ocupada que estaba así que me fui rápido a casa.

Abrí la puerta de mi casa y había un ambiente extraño. Estaba todo en silencio y apagado, los chicos siempre que estan en casa con algo prendido y siempre salen a recibirme.

Saque mi espada con cuidado.

—¿Quién anda ahí?— Tenía miedo pero tengo que ser valiente.

Me adentré más y sentí un aura asesina detrás de mi, me iba a girar pero no lo logré.

— Te dije que vendría nuevamente.— ¡¿Dottore?!— ¿Estas lista para sufrir?

— Dottore, aquí viven tres chicos. ¿Dónde están?— Por favor que no estén en casa.

Se carcajeo y se me heló la sangre.— Prometo cuidar bien de ellos.— No, no, no.

— Por favor, mátame si quieres pero no les hagas daño. Ellos no tienen la culpa de nada.— Dottore se reía cada vez más.

—¿Sabes?— Se puso frente mío.— Creé una máquina en caso de que el Irminsul fuera utilizado para borrar información importante.— Me asusté de inmediato.— ¿Fujin ahora se llama el inútil de Scaramouche? Que patético.

—¿Qué quieres?— El negó con la cabeza mientras se burlaba.

— Por los siete Kairi. ¿Sigues preocupándote de esa marioneta rota?¿Cuando él te lastimo tantas veces y más con lo que viste en las cápsulas?— No dejaré que me coma la cabeza.

— No caeré en tus juegos, se que todo es mentira.— Se sentó frente mío y jugaba con un cuchillo.

— Tal vez lo de la cápsula es mentira, pero no puedes negar que Scaramouche te arrinconó a esto.— Me lanzó el cuchillo en la pierna y me paralicé del miedo.— Si hubiera sido un buen novio, te hubiera dejado excluida de todo esto.—No caeré en sus provocaciones, el está intentando enmendar todo.

— Deja a mis chicos en paz.— Me dolía la pierna.— Te lo imploro.

— Claro querida, pero uno creo que está muerto.— Chasqueó los dedos y aparecieron soldados.— Sueltenlos.

Los tiraron al suelo y estaban cubiertos de heridas. Me tiré sobre ellos y apenas respiraban.

Mi respiración estaba entrecortada, apenas podía respirar. El pánico me estaba comiendo viva y el recuerdo de la niña muerta volvió a mi mente. Al final estan siendo dañados como lo hizo ese anciano.
No puedo dejar que este idiota siga saliendose con la suya.

Saqué el cuchillo de mi pierna y no sentí dolor gracias a la adrenalina que sentía.

— Te voy a matar.— Me lancé sobre él pero me detuvo, nos pusimos a forcejear.

— No seas ambiciosa, pequeña rata.— Tenía mucha fuerza pero no me puedo rendir tan fácil.— Tengo el poder de un arconte, una pequeña niña no me matará.

¿Por que no puedo ser más fuerte y vencerlo? Este infeliz le ha hecho la vida imposible a tantas personas, ha matado a mucha gente en nombre de la ciencia y nunca ha sido castigado.

No tengo el poder suficiente para matarlo y con esto solo me condeno pero, dañó a unos chicos que vivieron una infancia de mierda y no puedo dejar que los vuelvan a pisotear.

— Eres un hijo de perra, Dottore.— Se rió por como me referí a él.— Celestia debería matarte, has faltado a muchas leyes de Teyvat.

— Celestia duerme desde hace 500 años, ni siquiera se inmutan por quitarle las gnosis a sus arcontes.— Me golpeó la pierna y caí al suelo.— Haré todo lo que me plazca, soy más fuerte que la mayoría de personas en este mundo.

El Sexto Herlado de los FatuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora