XXXI. No se hace camino sino andas

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No se hace camino sino andas.


Actué como un idiota con ella aunque esa no fue mi intención, supongo que he olvidado lo que significaba estar con alguien, cómo dejar a alguien entrar.

Ella era virgen. Virgen.

Y me eligió para que fuese su primero.

¿Cómo en el mundo no me di cuenta de que era virgen? Estuve tan cegado ante la calentura de verla desnudándose ante mí, en mi sala.

Joder. Ha pasado un tiempo desde que estuve así de duro... y esa no era una buena señal.

¿En qué estoy pensando? ¿Qué estoy haciendo? Ella es sinónimo de complicaciones y ya tengo una lista jodidamente larga de complicaciones en mi vida como para añadir una más.

No puedo con más complicaciones, especialmente no con la hermana del jodido Vilkartiz, cualquier relación con ella acabaría mal, para mí, para ellos, pero especialmente para ella, y temía que fuese ella quien acabase lastimada. Ella era inocente en todo este embrollo entre nosotros y Los Vilkartiz, sin embargo, ella estaba en el medio ahora.

Si fuese una buena persona, me apartaría de ella, no le volvería a hablar... el problema era, en que no sabía cómo ser una buena persona, aunque ella pensase lo contrario.

A veces... a veces desearía ser la persona que ella cree que soy. ¿Por qué piensa que valgo la pena si ni siquiera me conoce?

Así era Samantha, la persona que veía bondad en todos, incluso en mí. Temía que cuando ella se enterase, dejase de pensar así de mí. Estaba acostumbrado a estar solo, siempre he estado solo, y ahora, estaba dejando que ella se quedase en mi casa, abriéndole hueco en mi closet y en mi vida.

¿Cuándo fue la última vez que permití que alguien se acercase tanto?

Lo único que sabía con certeza es que ella merecía más, porque yo no sabía cómo amar... pero la cosa era que quizá... solo quizá, ella tenía razón, quizá no todo estaba roto en mí. Cuando Samantha hablaba así, lanzando esas frases motivacionales, sonaba tanto a ella que me asustaba, y eso no era bueno.

Egoísta como soy, no quería que ella dejase de mirarme como lo hacía, debí tratarla mejor la noche en que lo hicimos por primera vez, debí haber dicho o hecho algo cuando me preguntó si estaba molesto; no estaba molesto, estaba contrariado, pero no dije nada, estaba tan desconcertado cuando me dijo, tan desconcertado cuando vi la sangre en la cama, no supe cómo actuar, no supe qué decir, tuve que haber dicho algo que la calmase, pero no sabía cómo expresarme, ni siquiera le pregunté cómo se sentía, cómo estaba.

¿Qué esperas de mí? Quise preguntar

No debí ser su primero, fui un imbécil con ella y ahora todo estaba complicándose, no estaba preparado para esto. No sabía cómo amar ya y eso me daba un poco de miedo. El no sentir.

Hace mucho no sentía nada, me había quedado tan vacío que ya no tenía nada por dar. Me había acostado con muchas chicas, vírgenes también y solo la excitación del momento se había hecho presente, pero con Samantha... con Samantha sentí algo más que no sabía ponerle nombre y me gustaba tanto esa sensación como no me gustaba.

Despertar con ella en la cama, ver la paz y la calma con la que dormía, deseaba poder dormir con la tranquilidad con la que ella lo hacía, apostaba a que ella no sufría de pesadillas. Y ahora estaba comprando desayuno, comprando comida de verdad para mi nevera... para una chica.

¿En qué te estas metiendo Antonio?

No sabía cómo consolar a alguien, no sabía que decir ni qué hacer cuando otra persona lloraba, no sabía cómo lidiar con los sentimientos y Samantha... joder, ella no tenía miedo de expresar cada mínimo sentimiento, ella expresaba todo.

Y yo no tuve mejor idea que ofrecer mi casa cuando la vi llorando y con su maleta a cuestas, lloró durante todo el camino a mi casa y no sabía cómo consolarla y ni siquiera sabía por qué en primer lugar, sentía la necesidad de consolarla.

No debí empezar a salir con ella, pero Samantha empezó a aparecer en cada sitio en el que yo estaba y la chispa que ella poseía, el brillo innato en todo su ser, era suficiente para que no me importase quién era su hermano, y si salir con ella jodía a los Vilkartiz... bueno. Sin embargo, las cosas estaban complicándose, y ahora estaba aceptándola en mi casa, como si estuviésemos en una relación seria.

Cuando dijo que se preocupaba por mí... ¿Y si ella solo estaba usándome para joder a su hermano? Después de todo, ella estuvo escondiéndole que estaba saliendo conmigo.

Samantha, la que no podía estar callada por más de un minuto, estuvo callada durante todo el camino hasta mi casa, no me gustaba verla así. La ayudé con la maleta y no dije nada hasta que entramos.

—En mi habitación no hay mucho espacio, pero puedes dejar tus cosas en este closet —ofrecí entrando en la segunda habitación.

—¿Estás seguro? —preguntó con voz suave, sus ojos estaban rojos por el llanto— Puedo quedarme donde Sabrina.

Sacudí mi cabeza, sin saber porque no la llevé a casa de su amiga en primer lugar.

—¿No te quieres quedar conmigo?

Samantha abrió los ojos y mordió su labio inferior, quise morderlo también.

—No, no es eso, solo no quiero molestarte

Di un paso hacia ella y pasé mi pulgar por su mejilla, limpiando los restos húmedos que quedaban ahí, Samantha me estaba eligiendo por encima de su hermano, de sus amigos y no sabía qué hacer con eso.

—A mí me gustaría que te quedases.

—¿De verdad?

Samantha era de expresión abierta, de sonrisa fácil, cuando estaba conmigo siempre sonreía, pero desde que discutió con su hermano no lo ha vuelto a hacer.

—De verdad.

Entonces, ella sonrió y me pregunté si por esa sonrisa, esto valía la pena.

—¿Vamos a que me tomes fotos?

Alonso nos estaba esperando en su casa con Sabrina que ya había llegado.

—Llegan tarde —Alonso me dijo cuando Samantha se alejó a saludar a Sabrina.

—Samantha discutió con su hermano.

—¿Por ti?

Asentí y él ladeó su cabeza con curiosidad

—¿Crees que ella no sepa na...

—Me estoy dando cuenta de que no, ella no sabe.

—¿Por qué no le habrán contado?

Me encogí de hombros sin querer responderle que seguramente era el mismo motivo por el que yo tampoco le había contado, quitando el hecho de que ella nunca me había preguntado nada.

—Se fue de su casa, y ahora se está quedando en la mía.

Ante esto, Alonso dio un paso atrás de la sorpresa.

—¿Estás loco? ¿Tú...? —Alonso abrió y cerró la boca sin saber que decir— ¿Sabes lo que estás haciendo? ¿Estás dispuesto a pasar por lo mismo?

Apreté mi mandíbula pensando en su pregunta y sacudí mi cabeza.

—No lo sé.


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POV DE ANTONIOO

Ahora empezamos a conocer más de los pensamientos de nuestro Rosita. 

¿lo amamos?

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora