XXX. No gastes pólvora en zamuros

992 101 44
                                    

No gastes pólvora en zamuros

Me perdí, apenas te vi

—¿Pero no tienes clase? —pregunté cuando estábamos en su camioneta de camino a mi casa. Esta era una de las pocas horas en que mi casa debía estar vacía porque todos deberían de estar en la universidad.

Antonio se encogió de hombros con actitud indiferente

—Nada importante. 

Me estaba dando cuenta de que esa era siempre su respuesta, no solo eso, Antonio parecía pensar que nada sobre él era importante. Quería hacerle ver que sus cosas eran importantes, que él era importante.

—¿Estás seguro de que Alonso no tendrá ningún problema?

—¿Por qué lo tendría?

Fue mi turno para encogerme de hombros y sonreí. Antonio y Alonso habían accedido a que Sabrina y yo le tomáramos fotos hoy para Brazyou y lo mejor de todo es que lo haríamos en casa de Alonso, su casa, o bueno, la de su tío, era hermosa, sobre todo el área de la piscina.

¡Las fotos iban a salir de muerte! Además, ellos dos tenían muchísimos seguidores en Instagram y si cada uno subía esas fotos a sus cuentas, los seguidores de Brazyou aumentarían exponencialmente.

No era mi negocio y tampoco recibía ninguna retribución monetaria ni la quería pero estaba híper contenta.

—Pero eso sí, Antonio. Tienes que sonreír.

Su conocida súper arruga en la frente apareció

—¿Cómo?

—En las fotos. Tienes que sonreír en las fotos.

—¿Por qué?

Yo moría por enseñarle las fotos que había tomado con esa niña el día de la playa, para que él solito viera lo hermoso que se veía con una sonrisa que le salía del alma.

—Porque cuando sonríes, cuando de verdad sonríes, iluminas todo —admití— deberías sonreír más. Sonreír es bueno para curar el alma.

Él parpadeó, pareciendo desconcertado y otra vez, no supe qué estaba pasando por su mente

—¿Quién te dijo eso? —preguntó bruscamente sin mirarme.

—¿Que cuando sonríes iluminas todo? Nadie me lo dijo, yo lo he visto

Sacudió su cabeza 

—No, eso... —soltó un suspiro, callándose— Lo que sea, no importa.

Y ahí íbamos de nuevo, a restarle importancia a todo lo que se trataba de él.

—Sí importa —dije cuando bajó la ventana del auto y encendió un cigarrillo—. A mí me importas. 

Me miró levemente, con una expresión que no supe como descifrar, era una mirada cálida, miró mis ojos por un instante antes de regresar su vista a la calle, como si quisiera saber si yo hablaba enserio o si mentía, no dijo nada, pero como respuesta, apagó el cigarrillo y con su mano libre buscó la mía en mi regazo para tomarla entre la suya.

Pues resulta que yo había estado equivocada porque cuando llegamos a mi casa y abrí la puerta del apartamento, Lisa estaba sentada en un sofá observando su celular y si ella estaba aquí, significaba que Marcos también.

Cuando sus ojos se alzaron hacia mí su boca se abrió pero, en el instante en que notó a Antonio detrás de mí, su rostro palideció.

—Antonio ella es Lisa, la novia de mi hermano. —presenté intentando llenar el silencio incómodo en la sala pero ninguno habló. 

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora