XXXVI. Recuerdos

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4 años atrás


Diablos, se me haría tarde para mi primer examen en la universidad, no escuché el despertador y por supuesto nadie vino a despertarme, esto me pasaba por dormir tarde estudiando, pero debía de tener buenas notas, se lo prometí a mi madre, quizá eso la alegrase.

Salí corriendo de mi habitación luego de ponerme la primera ropa que conseguí, me detuve un segundo ante la habitación de mis padres y sospesé si me daba tiempo de despedirme de mi madre. Mi padre de seguro no estaba porque, para empezar, él nunca estaba.

Abrí la puerta despacio, mi madre seguía dormida, pasaba más horas dormida que despierta.

Caminé hasta la cama y toqué su hombro con suavidad.

—¿Mamá? —llamé, pero no despertó — ya me voy a la universidad, tengo examen. Deséame suerte, ¿vale?

No sé por qué seguía contándole cosas de las que no se iba a acordar, ella no escuchaba ni la mitad de las cosas que le decía.

—Te quiero —susurré dándole un beso en la mejilla y me fui.

Esta enorme casa cada vez nos quedaba más grande y fría, quizá deberíamos mudarnos a una más pequeña, quizá así no se sentiría tan sola, tan triste.

Me monté en mi auto y salí con rapidez, llegaría jodidamente tarde.

Cuando arribé a la universidad faltaban dos minutos para que comenzara el examen, subí las escaleras de dos en dos, corrí por el pasillo como si estuviera en una competencia y llegué al aula justo cuando el profesor estaba por cerrar la puerta.

— De Rossi, buenas noches. —me saludó el profesor.

Le di una de mis mejores sonrisas como respuesta porque no me quedaba aire para hablar. Saludé con la cabeza a Alonso, mi nuevo amigo, que me había guardado un asiento detrás de él y me senté.

El corazón se me saldría por la boca, primero por correr y segundo por los nervios previos a un examen.

El examen estuvo jodido, pero gracias a haber estudiado tanto como lo hice, sabía que había salido bien. Respondí todo y estaba seguro de no haberme equivocado.

Salí del aula seguido por Alonso, satisfecho conmigo mismo, pero al fijarme a las personas fuera, me detuve.

Una chica que no había visto antes estaba sentada en el pasillo, tenía una piel morena que lucía tan suave como la seda, una larga y espesa cabellera castaño oscuro y una sonrisa que me deslumbró.

La chica era preciosa.

De alguna manera, sintió la intensidad de mi mirada porque yo no estaba siendo, ni pretendía ser discreto. Quería que ella supiese que la estaba mirando y la reacción en su rostro al verme, me encantó.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, parpadeó, su boca se abrió ligeramente y su mirada me repasó de arriba abajo sin poder contenerse, y para aumentar mi dicha sus mejillas se sonrojaron y volvió a apartar la mirada con timidez, pero no por mucho tiempo porque inevitablemente me volvió a mirar.

Era claro para mí que le había gustado tanto, como ella ya me gustaba a mí.

Pensé en acercarme, pero Alonso me empujó en dirección contraria.

—Vamos, tenemos nuestra próxima clase.

—¿Ah? —pregunté saliendo de mi letargo y siendo consciente de que me había quedado de pie en medio del pasillo como un idiota.

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora