XXI. A ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo

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A Ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo

"Yo no pensaba en el amor, ni lo creía

Y mucho menos lo buscaba"


—Mi madre tiene un carácter fuerte, pero es súper amorosa, es la que lleva las riendas de la casa y la que tiene la última palabra. Mi papá en cambio, es súper Zen, es tranquilo, ama conversar, se parece mucho al señor José en ese aspecto y es mega positivo, cree mucho en las vibras que emite una persona, en la conexión que hay entre lo que pensamos y nuestro alrededor, él siempre nos dice que lo que pensamos es lo que atraemos y que en nuestros pensamientos hay poder.

Antonio asintió, sin lucir aburrido por mi parloteo.

—Ya entiendo porque eres así.

—¿Así cómo?

—Así, desde que te conocí me has dejado sin palabra continuamente porque siempre sales con algo que me sorprende, eres como una tarjeta de felicitaciones andante.

—Oye —me reí— Pues lo tomaré como un cumplido. Me gusta que la gente sea feliz ¿sabes? Yo soy feliz con la felicidad de los demás. A este mundo le sobran personas rotas, personas tristes y deprimidas y creo que en realidad necesitamos más personas que sepan unir y construir en vez de destruir.

Antonio permaneció en silencio por unos segundos eternos, interpretando y analizando mis palabras antes de responder.

—Al mundo le falta más gente como tú, Samantha.

Sacudí mi cabeza

—No, a la gente simplemente le hace falta recordar que la felicidad, la mayoría de las veces, es una decisión.

—¿Una decisión? Entonces, ¿cómo una persona que ha perdido a toda su familia puede decidir ser feliz?

Miré hacia mis uñas, sintiéndome nerviosa por su intensidad, ¿Cómo lograba que todas nuestras conversaciones terminaran convirtiéndose en una especie de encuentro espiritual?

—No digo que sea fácil, pero siento que a veces somos criados para ser unos pesimistas por defecto, siempre dejando que la tristeza gane, permitiendo que la tristeza arruine cada momento feliz que tuvimos. Está bien sentir tristeza, pero no está bien aferrarse a ella y por más mierda que pueda ser la vida, Dios nunca te dará más de lo que puedes soportar. La tristeza nunca debería de ganarle a la felicidad, así como el odio nunca debería ganarle al amor.

—La gente no puede ser feliz todo el tiempo, así como tampoco pueden evitar sentir odio hacia diferentes sucesos.

—Por supuesto que no, pero, ¿por qué un evento triste debería de ganarle a diez eventos felices? El odio es un sentimiento que te envenena el corazón y no vale la pena dejar que se aloje dentro de nosotros. El mundo es demasiado bonito para aferrarte a cosas que solo te hagan verlo gris.

Antonio soltó una pequeña sonrisa, pero no era de felicidad.

Justo en ese momento, el mesonero llegó, habíamos venido a un restaurante Italiano que recién inauguraron, así que ésta sería la primera vez para los dos comiendo aquí. Todo el menú se veía exquisito y si yo pudiese pediría de todo un poco, pero me limité a pedir unos Ravioli. Antonio prefirió una pasta de camarones.

Cuando el camarero se retiró, Antonio continuó con la conversación.

—¿Cómo te aferras a la felicidad?

Yo abrí mi boca para darle mi súper ejemplo de cómo era vivir con Marcos pero me detuve a mitad de camino porque hablar de Marcos con él no era, ni sería una buena idea.

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora