Cuando yo te vi, supe que eras para mí.
—Por favor despierta, ¡Por favor! —lloriqueé desesperada por décima vez ante el cuerpo inerte ante mí, dudaba de que incluso estuviera respirando. Empujé su hombro con todas mis fuerzas pero otra vez, no obtuve ninguna respuesta — ¡Marcos! —.Nada— ¡Marcos!
Con alivio para mí, un sonido gutural salió de su garganta como respuesta a su nombre pero solo avecinó una tanda de horrendos ronquidos. Un rayo de luz solar atravesó los ventanales para golpearlo directo en el rostro e introducirse por sus parpados cerrados, los ronquidos se detuvieron y esperanzada me incliné sobre su rostro para observarlo despertar, sin embargo lo único que me gané fue un codazo en la cara con una fuerza de diez kilos cuando Marcos giró su cuerpo para ocultarse de la luz solar.
— ¡Mierda! —grité mientras pequeñas lágrimas escapaban de mis ojos por el dolor y la frustración. Sostuve mi mandíbula con mi mano derecha estando segura de que si la soltaba se caería directo al piso. —¡Despi.. auch— gemí por el dolor cuando intenté volver a gritar.
Salí de su habitación echa un furia y atravesé el estrecho pasillo para entrar en la habitación de al frente. Al contrario del desastre que era el cuarto anterior, éste estaba completamente organizado y tan limpio que incluso me daba remordimiento de conciencia ensuciar la cerámica con mis lágrimas manchadas de maquillaje. Ignoré ese sentimiento.
Una figura masculina del mismo tamaño y peso que se encontraba en la habitación anterior estaba dormitando en la cama matrimonial del centro con la cobija abrigando solo sus caderas, dejando, al igual que a Marcos su pecho descubierto, un escalofrío recorrió mi cuerpo sin entender como no estaba tiritando del frío, la habitación era un bendito iglú. Vi el reloj en la mesita de noche notando la hora.
6:45am.
Demonios, iba a llegar tardísimo. Apuré el paso y descorrí las persianas blancas de las ventanas permitiendo que la luz solar hiciera su trabajo, la mandíbula me pulsaba y no tenía duda alguna de que me saldría un horrible moretón a mediados de la tarde.
Segundo intento suspiré.
Conté tres segundos hasta que la luz golpeó de llenó el rostro logrando que se formara una mueca, esperé un segundo más sin atreverme a acercarme para no recibir otro golpe pero entonces su brazo se estiró hacia arriba tomando una de las almohadas y se ocultó entre ella.
Gemí
—Santos —susurré acercándome a la cama— Santos despierta.
Nada.
— ¡Santos! —Grité y de nuevo mi mandíbula crujió.
Demonios, el imbécil de Marcos me había desencajado la mandíbula. Llegué hasta la cabecera de su cama y arrebaté la almohada de su rostro logrando que su pesado brazo cayera de un golpe en su cara y su cuerpo dio un respingo. Sus ojos parpadearon permitiéndome tener un vistazo fugaz del azul que se escondía debajo, sin embargo sus párpados continuaron cerrados sin importarles que la luz los golpeaba de frente.
El bendito edificio podía estar cayendo por un ataque alienígeno y estos dos imbéciles con los que vivía morirían sin darse cuenta de nada.
Volví a ver el reloj entrando en desesperación, en diez minutos empezaba mi examen, mi primer examen en la Universidad, mi primer examen como estudiante universitaria e iba a llegar tarde, si es que lograba llegar, por culpa de mi hermano y su mejor amigo. ¿En qué momento mis padres pensaron que comprar un apartamento lejos de la universidad era una buena idea? O mejor aún, dejar que Marcos me sirviera como chófer. A este paso iba a reprobar por inasistencia gracias a estos dos.
ESTÁS LEYENDO
Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️
Chick-LitSamantha Vilchez nunca ha estado enamorada, ella ansia y desea tener un amor de cuentos de hadas. Saber qué se siente eso que todos llaman amor Y luego, Samantha lo ve a él. Antonio De Rossi, el chico misterioso que parece sacado de la mitología rom...