XLVIII. Agua que no beberás, guárdala para después

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Agua que no bebrás, guárdala para después.


"No sé por qué seguía
Apostándole mi vida a él"


Marcos y el gordo se fueron y yo aproveché para salir a trotar, Santos seguía roncando y no entendía que tanto habrá hecho anoche que lo dejó así de exhausto. Raramente, la Loca de los Pájaros no estaba hoy en la plaza pero lo que si había eran guacamayos azules y rojas cantando en lo más alto de las palmeras, me distraje viéndolas volar en parejas de un lado al otro y cuando me di cuenta que quizá había pasado demasiado tiempo, regresé a casa.

Era un milagro que no tuviese un horrendo dolor de cabeza hoy y estaba convencida de que tenía que ser por el buen dormir de anoche.

—Aquí estas —Santos saludó cuando entré a la cocina. Estaba tan impresionante como siempre, vestido como si estuviese a punto de salir y yo como siempre, estaba hecha un completo desastre con mi pelo enmarañado en una coleta, mi rostro sudado y acalorado y mi ropa deportiva sucia —Me desperté y no estabas a mi lado.

—Fui a trotar. No quería despertarte —murmuré sin mirarlo porque si lo hacía, la vergüenza de todo el episodio de anoche me haría salir corriendo lejos de él. Y vaya vergüenza que había pasado. Fabián me había escrito pero estaba abiertamente ignorándolo

—¿Cómo dormiste?

—Bien... Gracias por... Gracias por cuidarme anoche, estaba tan fuera de mí...

Una suave carcajada salió de su garganta y se encogió de hombros.

—Me gusta cuidar de ti. ¿Recuerdas todo lo de anoche?

—Lamentablemente sí. Aunque créeme que si tuviera elección preferiría no hacerlo... ¡No te reías! Me avergoncé de todas las maneras posibles

—Sí, lo hiciste. ¿Quieres hablar sobre eso?

—¿Sobre qué?

—La razón por la que estabas avergonzándote a ti misma. No sabía que Antonio y tú no estaban saliendo.

Parpadeé y lo miré directamente, sorprendida por eso.

—Ni siquiera sé porque pensabas que lo estábamos.

—Cuando nuestros padres vinieron, lo trajiste a la casa. Se lo presentaste a todos y no los corregiste cuando se refirieron a él como tu novio. Me dijiste que le darías una oportunidad y que él te había llevado a su casa a conocer a su familia. ¿Qué otra cosa podía pensar?

Abrí y cerré mi boca, Santos y yo no habíamos hablado exactamente desde ese fin de semana y ya nunca estábamos solos, en su mayoría, siempre había uno de los muchachos alrededor. Así que esto era incómodo.

—Antonio y yo nunca volvimos. Sí, me llevó a su casa pero eso no significó nada.

—Siento escuchar eso

—¿Lo haces? —pregunté escéptica

—¿Por qué me alegraría algo que te hiciese sentir mal? No me gusta verte lastimada.

No pude atrapar su mirada. No me gustaba sentirme así tampoco.

—Estás listo para... —Damián apareció detrás de mí y se quedó callado viendo a Santos— ¿Por qué estas vestido así?

Miré a Santos otra vez y él se miró asimismo también. Santos estaba vestido con un pantalón caqui y una camisa azul rey que lo hacía lucir indescriptiblemente varonil. Damián estaba de brazos cruzados mirándolo con ropa deportiva

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora