XXIX. Caras vemos, más abajo no sabemos

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Caras vemos, más abajo no sabemos


"Si tú me besas

no prometo devolverte la boca"


Parpadeé permitiendo que los débiles hilos de luz que entraban a través de las persianas me cegaran por unos segundos. Me estiré en la amplia cama soltando un suspiro. No ser una virgen no se sentía diferente a serlo, la única diferencia es que hoy me sentía un poco más extasiada, complacida.

Feliz.

Recorrí mis ojos por la habitación pero no atisbe ninguna señal de Antonio y mi corazón inconsciente cayó un poco. Siempre tuve el sueño de despertar en los brazos del hombre que quería la mañana después de haber hecho el amor por primera vez y que él fuese lo primero que mis ojos vieran y que mi piel sintiera al despertar.

Pero Antonio no era una persona que se acurrucaba al dormir y como su cama era tan grande y amplia podíamos dormir al lado del otro sin siquiera tocarnos.

Un suspiro, pero no feliz escapó de mis pulmones. El reloj en la mesita de noche me avisó que eran las diez de la mañana.

¡Las diez de la mañana! Había dormido muchísimo y había perdido todas mis clases del día de hoy porque no estaba segura de llegar a tiempo para mi clase de las diez y media.

Me incorporé de la cama dejando que la planta de mis pies tocaran la fría cerámica del suelo y salí de la habitación

—¿Antonio? —llamé sintiendo frío en mis piernas desnudas dado que todavía vestía la camisa de Antonio como pijama

Antonio no estaba en ningún lado. Caminé hasta la encimera de la cocina en donde había dejado mi celular anoche, mi ropa estaba doblada en uno de los taburetes y supuse que Antonio tuvo que haberla recogido hoy en la mañana. Junto con mi sostén, al menos era un sostén blanco bonito y no estaba sucio

Mi cabeza palpitó al ver el sinfín de notificaciones que había en mi celular. Llamadas perdidas y mensajes de Marcos y Santos tomaban la delantera, yo estaba metida en un problemón y sinceramente no me importaba.

Marcos: ¿Dónde coño estas?

Marcos: vente a casa inmediatamente.

Marcos: contesta el jodido teléfono

Santos: tu hermano va a sufrir de un infarto por tu culpa

Santos: regresa

Los ignoré y me fijé en los mensajes de Sabrina preguntando sí iría a clase. En la encimera noté una pequeña nota con una letra descuidada que suponía tenía que ser la de Antonio.

Fui a comprar desayuno.

Dejé la nota ahí y me regresé a su habitación, ¿Hace cuánto se habría ido?

Estaba muriéndome del frío, este apartamento parecía un congelador, ¿Antonio se molestaría si tomara prestado un suéter de él? Los abrigos masculinos eran enormes y a mi parecer mas acolchonados que los femeninos. Abrí su closet, y me quedé observando la cantidad de ropa que había ahí, estaba un poco desordenado y las camisas estaban mal dobladas dentro.

Me encogí de hombros porque realmente, me hubiese sorprendido bastante que su closet estuviese ordenado y sus camisas estuviesen perfectamente dobladas. El único hombre que conocía que era capaz de doblar la ropa en movimientos rápidos y sencillos era Santos y para el caso, el closet de Santos estaba más ordenado que el mío.

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora