XLII. Sin el chivo y sin el mecate

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Sin el chivo y sin el mecate


"Tal vez, lo nuestro era solo para divertirte"


No estaba segura de si él estaría aquí, no estaba segura de si venir hasta acá era una decisión acertada y tampoco estaba segura de si yo tenia el derecho de exigir explicaciones. Pero aquí me encontraba, otra vez.

Mis padres muy seguramente debían estar preguntándose en donde me había metido pero yo todavía tenia preguntas sin respuestas y para tener tranquilidad mental, necesitaba respuestas.

Y la indignación de lo descubierto en la conversación con Lisa, no había menguado en lo más mínimo.

Así que haciendo uso de mi nivel de valentía, toqué el timbre del apartamento de Antonio.

Pasaron unos segundos y nadie abrió, volví a tocar dos veces más y escuché un ruido proveniente de adentro antes de que la puerta se abriera mostrándome a Antonio De Rossi luciendo menos que perfecto

Iba descalzo, tenía un short deportivo como vestimenta y su pecho estaba al descubierto mostrándome su tatuaje de la Rosa y el Lucero, suponía que el tatuaje era debido a su hermanita. El olor a hierba y sal marina salió de la casa adentrándose en mis orificios nasales y mi ceño se frunció

Él me dio una repasada de arriba abajo con su mirada evaluadora y soltó un suspiro, me dio la espalda y volvió a adentrarse en su apartamento

—Tengo la impresión de que esta no es una visita de reconciliación—dijo con su voz lenta y gruesa antes de dejarse caer en su sofá. Una botella de whisky estaba destapada en la mesa

Alguien no parecía estar en su mejor momento.

Cerré la puerta detrás de mí y caminé con andar decidido hasta él. Esta conversación seria rápida.

—El accidente del que me hablaste, el que tuviste el año pasado, ¿Fue con mi hermano?

Antonio posó sus ojos en mí y su expresión se volvió cuidadosa, como supiese que estábamos en terreno peligroso.

—¿Te lo dijo él?

—Me lo dijo Lisa y ¿Que importa quién me lo haya dicho?

Sus gruesas cejas se contrajeron

—¿Hablaste con Lisa?

—¿Tuviste ese accidente por estar haciendo una carrera con mi hermano, sí o no?

Antonio soltó una pequeña risa carente de gracia y se recostó del sofá.

—Sí, Samantha. El accidente del que te hablé fue por correr con tu hermano

Tomé una inhalación profunda sintiendo que me faltaba el aire y el sabor agrio de la hierba se instauró en mi garganta. Quise vomitar

—¿Viste a mi hermano perder el control del auto, lo viste volcandonse y lo abandonaste? —mi mandíbula estaba apretada y mis dientes apenas dejaron salir mi voz

Antonio miró a la nada, sacudió su cabeza y luego me miró.

—Sí

—Eres un bastardo —exploté— eres un asqueroso hijo de puta. Marcos pudo haber muerto, ¿Lo entiendes? Marcos pudo haber necesitado de tu ayuda y tú lo dejaste ahí para que se pudriera.

Antonio me dio una lenta sonrisa llena de desilusión y asintió.

—Lo más fácil siempre es pensar lo peor de mí. No seré yo quien arruine la visión perfecta que tienes de tu hermano, así que odiame si eso te hace dormir por las noches. —Él se inclinó tomando el vaso de whisky y dió un trago— ya viví este escenario una vez

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora