—¿A qué crees que estas jugando? —me recriminó, con ese juicio en su voz que me cabreaba. El mismo tono que ha usado desde que se enteró de lo mío con Samantha y el por qué he evitado hablarle.
—No estoy jugando a nada.
Estaba cabreado, solo quería fumar y olvidarme de toda la mierda de hace un rato y esta llamada me cabreaba más.
—¿Y si no estas jugando que estás haciendo entonces? Porque no te entiendo
— No me tienes que entender —respondí.
— Joder Antonio. Deja tu maldita indiferencia para otra persona, pero no para mí.
Bufé y le di otra calada a mi cigarro.
— Si no te gusta mi actitud entonces deja de llamarme, me tienes obstinado.
— Te dejaré de llamar cuando dejes de ignorarme y me expliques qué coño pretendes.
La cabeza me pulsaba, detestaba cuando usaba ese tono de voz, acusador, recriminador.
— ¿Por qué tu primer pensamiento es que estoy jugando a algo? ¿No puedes pensar bien de mí?
Porque por supuesto, siempre era más fácil pensar mal de mí
— ¿Cómo quieres que piense bien de ti cuando actúas de esa manera? Y sobre todo cuando se trata de quién se trata.
—Pues piensa lo que quieras y a mí déjame en paz. —solté de mal humor y colgué la llamada sin esperar respuesta
Si me llamaba para recriminarme cosas que se jodiera, yo ya no tenía por qué darle explicaciones de con quién salía o lo que hacía con mi vida.
Me dolía el rostro del golpe de San hijo de puta, que ganas le tenía, más aún cuando abrazaba a Samantha y la llamaba con este estúpido apodo que le tenía. Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que sentí celos y no me gustaba la sensación, menos por alguien como ese Vilkartiz.
Sentir celos no era una buena señal, nunca lo era y estar empezando a tener esa clase de sentimientos decía mucho. No me gustaba ver a Samantha cerca de él.
Miré mi móvil, todavía ningún mensaje.
¿Algún día terminaré de entender que ese mensaje nunca llegará?
Fruncí mi ceño y sacudí mi cabeza con decepción, el masoquismo y la esperanza iban de la mano.
Era masoquista por mantener la esperanza de algo que sabía, nunca sucedería.
Volví a mi asiento y tomé mi cerveza, sin prestarle atención a las conversaciones de mi alrededor, el tema principal seguía siendo la pelea con Los Vilkartiz, estaba harto de esa gente e irónicamente estaba saliendo con una.
Con la hermana de Marcos.
Pasé mis ojos por el jardín al darme cuenta de que ella ya no estaba aquí, Samantha había estado sentada al lado de mí cuando me levanté a tomar la llamada.
Me levanté e ingresé a la casa, pero tampoco la vi dentro, ¿dónde se había metido?
Le envié un mensaje, esperé unos minutos, pero no obtuve respuesta.
— ¿Alguien ha visto a Samantha? —pregunté al salir al jardín de nuevo.
—Entró a la casa hace un rato con Julián —avisó Mónica
¿Que tenía que hacer ella con Julián?
Volví entre mis pasos para buscar a Julián, lo encontré sentado en la sala fumando.
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Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️
ChickLitSamantha Vilchez nunca ha estado enamorada, ella ansia y desea tener un amor de cuentos de hadas. Saber qué se siente eso que todos llaman amor Y luego, Samantha lo ve a él. Antonio De Rossi, el chico misterioso que parece sacado de la mitología rom...