XIII. Voy pendiente Perro-Caliente

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Voy pendiente, Perro Caliente


"Me dijeron Ve a por todo

Y fui a por ti."




Cuando estuve diez pasos lejos de mis amigos un soplo de inseguridad me golpeó. ¿Qué coño iba a decirle?

Un paso. Respira. No mires atrás. 

Si miraba hacia las risas que de seguro mis amigos estaban conteniendo iba a regresarme con la cola entre las piernas

Otro paso, barbilla alzada, hombros derechos, mirada al frente.

Antonio De Rossi no era mi crush, un crush significaba algo platónico, algo imposible y yo estaba decidida a no tener ningún imposible.

Otro paso, actúa con naturaleza, es solo un chico más.

Llegué hasta la barra y dejé que un taburete me distanciará de él, la bartender continuó con su conversación con él por unos segundos más antes de llevar su atención a mí

—Hola, ¿Que puedo servirte? —sonrió y que me corten una teta pero ella era incluso más impresionante de cerca.

Era llamativa, cada uno de sus gestos emitía color, pasión y confianza, los lentes de contacto verde gato hacia que fuese casi imposible apartar tu mirada, un piercing adornaba su nariz afilada y su pelo corto tenía trenzas que se adherían a su cuero cabelludo. Autenticidad. Originalidad. Ella no parecía temerle al qué dirán.

—¿Puedes darme un Mojito? Por favor.

—¿Ya te han dicho que los mejores Mojitos de la ciudad los preparo yo? —su sonrisa se agrandó y yo quería tener una respuesta bastante ingeniosa para decir pero estaba sintiendo un candente par de ojos en mí que eran capaces de quitarme la respiración con solo el hecho de saber que estaban viéndome a mí— Soy Graciela.

—Samantha —ignóralo, ignóralo, ignóralo— pero dado que mi nombre es excesivamente largo puedes llamarme Sam o Sammy

—Tu nombre tiene tres silabas igual que el mío

Me encogí de hombros porque yo debería dejar de decir babosadas

—Si pero el tuyo es más fácil de pronunciar por la unión entre las vocales en cambio el mío tiene más consonantes y cuando ya estás en todo tu camino hacia el man tu lengua ya se encuentra terriblemente cansada

Graciela parpadeó y yo ni siquiera sabía que era lo que acababa de decir, ni si, en realidad algo de lo que dije era verdad.

—Hmm, sí, supongo —ella soltó una risa amable antes de darme la espalda para preparar mi trago.

Miré mis uñas en la barra y tomando una respiración, me giré hacia el dueño de todos mis sueños. 

Si saber que me estaba observando sin ver sus ojos me ponía nerviosa, encontrarme directamente con sus ojos grises me ponía a sudar. Y yo agradecí por tener camisa de tirantes.

—¿Me estas siguiendo? —pregunté con toda la confianza del universo

Antonio ni siquiera pestañeó, su expresión seguía tan impenetrable como siempre.

— ¿Por qué estaría siguiéndote en el restaurante de mi amigo?

Sonreí porque otra vez, él tenía un punto.

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora