Siento que quisiera conocer
Un poco más de ti
Nuestro arreglo de convivencia era bastante básico. Yo solía preparar el desayuno mientras que Marcos se encargaba del almuerzo y bueno, de la cena también. La mayoría de las veces por lo menos.
En cuanto a Santos, él se encargaba de preparar un agua caliente que le quedaba para chuparse los dedos, su mejor dote culinario era quemar absolutamente todo lo que no podía quemarse, la sopa, las caraotas, la pasta, el café, la leche... y dejar un pegoste monumental en las ollas de la casa para que después Mamá Samantha tuviera que pasar las dos horas siguientes intentando dejar las ollas tan limpias como su dentadura porque el niño Santos sufría de dermatitis en las manos y no podía entrar en contacto directo con el lavaplatos, sin embargo sus guantes amarillos tenían una habilidad magnifica para desaparecer cada vez que ocurrían esos eventos.
Santos le echaba la culpa al Fantasma Burlón que mi hermano y él aseguraban que residía en nuestro apartamento.
El apartamento donde vivíamos era propiedad de nuestros padres, y Santos como acuerdo por vivir sin pagar alquiler con nosotros, pagaba los servicios y el Internet que en realidad eran ridículamente baratos, por lo tanto nunca funcionaban. Y cuando digo nunca me refiero a que solíamos conversar un tobo azul con agua en el cuarto de la lavandería por si acaso se iba el agua. Un paquete de velas en la despensa por si se iba la luz y un dispositivo de Internet inalámbrico por si se iba el internet. Vivir en Venezuela lograba que terminaras acostumbrándote a prepararte diariamente ante una posible invasión zombi.
Vivíamos en un edificio bastante bonito de arquitectura simple cerca de la costa, desde nuestro balcón éramos de las pocas personas afortunadas en observar los mejores atardecer con los que contaba Venezuela.
Usualmente, si los tres estábamos en la casa, Marcos se encargaba de preparar el mejor café con leche que mi madre le enseñó y Santos se iba a Farmatodo a comprar galletas para sentarnos afuera y admirar al sol ocultarse, en silencio, disfrutando de la vista que la naturaleza nos regalaba y permitiendo que nuestros pulmones se llenarán del agradable olor del mar.
Cuando llegamos a casa Marcos ya se había dignado a levantarse de su cama y estaba en la cocina impregnando el espacio con el olor a panquecas y miel. Mi estómago volvió a rugir al acordarse que no comía nada aún.
Nuestro apartamento tenía un diseño básico. Una sala con muebles y televisor, puertas corredizas detrás del televisor que daban al balcón. Un muro al lado izquierdo dividía la sala de la cocina, impidiendo la visión de lado y lado y luego, al lado de la puerta de entrada estaba otra puerta que conducía al pasillo de las habitaciones. Aunque la puerta no hacía nada para insonorizar los sonidos molestos, como por ejemplo los gritos de mi hermano y sus amigos que hacían vibrar las paredes de mi habitación cuando venían a ver partidos de fútbol o basket o beisbol o cualquier estúpido deporte.
—Idiota —saludé cuando llegué a su lado y le di una fuerte palmada en su horrible trasero.
El idiota seguía en su short de dormir y sin camisa, con su pelo castaño revuelto y sus ojos marrones medio adormilados. Marcos era como la versión hombre de mí, por mucho que no me gustara aceptarlo.
Teníamos la misma tez morena, mismos ojos marrones grandes, mismo pelo castaño oscuro, nariz fina y ligeramente grande, la cual, cuando tuviese dinero quería operarme y para más remate, compartíamos el mismo odioso lunar entre la oreja derecha y la barbilla que heredamos de nuestra madre. La única diferencia entre él y yo, además de, obviamente nuestra sexualidad, era la altura, Marcos me llevaba cerca de tres centímetros de diferencia. Santos y él medían cerca del metro ochenta y yo rozaba el metro sesenta y tanto.
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Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️
Chick-LitSamantha Vilchez nunca ha estado enamorada, ella ansia y desea tener un amor de cuentos de hadas. Saber qué se siente eso que todos llaman amor Y luego, Samantha lo ve a él. Antonio De Rossi, el chico misterioso que parece sacado de la mitología rom...