XVI. Quien tenga miedo a morir que no nazca

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Quien tenga miedo a morir que no nazca


"Si quieres ser mi reina, yo te corono

Y para que te sientes, aquí tengo un trono"


Marcos y Santos no durmieron en casa, confirmándome que ambos tuvieron su noche de sexo. Lo sabía porque tuve un sueño liviano toda la noche en donde me desperté cada tanto por las pesadillas en donde pensaba que me quedaba dormida, perdiéndome de mi salida con Antonio.

Incluso soñé que me había bajado mi amiga de todos los meses en plena piscina. ¡Qué horror!

Los dos habían llegado alrededor de las seis o siete de la mañana y hasta esta hora no se habían despertado. Y ya era mediodía. ¿Eso era una indicación de que me tocaba a mí hacer el almuerzo?

Pues haría arroz con pollo a la mostaza.

Hice la comida, comí sola, se hizo la una y los dos monstruos seguían dormidos. Me bañé, me afeité, elegí mi ropa y mi bikini rojo y los dos bobos no se despertaban. Cuando me empecé a pintar las uñas decidí que no podía aguantar más.

Necesitaba la ayuda de San Santos.

Fui hasta su cuarto y toqué la puerta. Ningún sonido provino de adentro, la abrí y luego sin importarme ni mu, encendí la luz. Santos ya había dormido lo suficiente.

Su enorme cuerpo esta como inerte en la cama, lo que me aseguraba que no estaba muerto era el movimiento en su pecho desnudo. Me detuve un momento para apreciar la vista, ¿Cuánto me pagarían las chicas en la universidad por una foto de Santos Sankartiz luciendo como ahora? Su cobija estaba enredada en sus piernas dejando su cuerpo visible hasta su cintura, su pantalón de algodón estaban bajos y su bóxer de Calvin Klein me permitía ver las entradas marcadas en su cadera.

Apostaba que podía ganarme una muy buena platita pero no tenía tiempo ahorita para tomar fotos

Caminé hacia él sin sentirme impresionada de que la luz no lo hubiese despertado. Marcos y Santos no se despertarían tan fácilmente ni porque cayera un meteorito, pero yo sabía qué aterraba a Santos.

Que le jalaran los pies.

Así que tomé la cobija y la quité de sus pies y luego tomando sus dos pies con mis manos, lo halé.

Santos abrió sus ojos aterrado y gritó de pavor

—¡No me lleves! ¡No me lleves!

El conocimiento era poder

No pude evitar reír y cuando sus ojos azules me notaron, la molestia cruzó sus rasgos

— ¿Te pica el culo? ¡Pudiste darme un infarto, Tati!

Cuando el asunto era serio, él me llamaba Tati

—¿Nadie te enseñó que no se despierta a la gente con brusquedad? ¡Dios mío, tatiana! —colocó una mano en su pecho tomando respiraciones profundas.

—No seas dramático

—¿Para qué coño me despiertas? —Santos se había despertado de mal humor. Me senté en la cama junto a él y se removió en su lugar alejándose de mi con desconfianza.

—No te alejes, solo te quiero dar un abrazo.

—¿Me despertaste solo para darme un abrazo? —se inclinó para tomar su cobija y se abrigó el cuerpo con ella.

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora