XI. Al mal tiempo, buena cara

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Al mal tiempo, buena cara


Dame alguna pista o dirección,

Para conquistar tu corazón.

Antonio nunca respondió el mensaje.

Me dejó en visto.

En un puto visto.

Y cada vez que veía a Marcos me acordaba del visto del demonio. Quería arrancarle las bolas para que dejara de ser tan machito pero no estaba segura de si mis padres se molestarían conmigo por privarles de nietos de su primogénito.

Estaba tan angustiada que incluso subí más historias a mi Instagram de lo normal y él las vio todas, estaba conectado.

Pero vio todas mis historias, esa era buena señal, ¿cierto?

Antonio estuvo conectado cada bendito día. Dejé mi teléfono a un lado necesitando desintoxicarme de las redes sociales, hoy era sábado de La Liga, por lo tanto, tocaba casa llena.

Lisa y el ogro de mi hermano estaban en la cocina haciendo pizza porque hoy les tocaba Cheat Meal, ellos dos estaban en toda su onda súper pareja fitness que entrenaba todos los días y comía sano, haciendo extraños jugos de proteína.

Estaban en la cocina, riendo, bromeando, cocinando como un perfecto matrimonio en completa complicidad, parecían tener toda una vida juntos y era difícil imaginar que tan solo llevaban un año de relación. Mi hermano lucía increíblemente feliz cuando ella estaba cerca y Lisa, bueno, ella era perfecta, si yo fuese hombre en definitiva estaría enamorado de ella. Era alta de ojos verdes, su color de piel trigueño era exótico, su cabello negro era tan largo que llegaba al final de su espalda y su sonrisa emitía sincera calidez, era difícil que no te gustara Lisa. Mi mamá la adoraba y estaba segura, que la quería más a ella que a mi hermano.

Además, Marcos era un poco descarrilado antes de estar con ella, siempre metiéndose en problemas, ¿y la vez que se volcó en el auto por dárselas de Schumacher? Mis padres iban a colgarlo pero después de que se hicieron novios, todo fue diferente, y sabía que era por Lisa.

Deseaba que algún día alguien me llegase a mirar de la manera en la que Marcos la miraba a ella, no podía negar que mi hermano era un novio perfecto y desde que los dos eran unos adictos al ejercicio y a la buena alimentación pues ambos tenían unos cuerpos de muerte.

Yo estaba feliz con mi cuerpo, sin embargo, desearía tener la motivación de ellos para hacer ejercicio y tonificar mis piernas que estaban un poco flojas.

El timbre sonó y fui hasta la puerta para abrir

—Mi gordito —saludé abrazando a Alfredo y dejando que pasara a la casa con una bolsa de chucherías y un dorito en su otra mano.

—Princesa.

De todos los amigos de Marcos, él era mi favorito.

—¿Dónde está Fernanda?

—Durmiendo, ayer tuvo guardia en el hospital. —me tendió el paquete de Doritos y mis ojos se iluminaron—. Solo para ti.

Me consideraba abiertamente adicta a los Doritos.

—¡Por esto es que tú eres mi favorito!

— Acabo de escuchar eso —Santos apareció por el pasillo de las habitaciones con Sandra tomada de su mano. — Gordo, ¿Qué pasó con lo de traerle regalos a mi prometida en mi propia casa?

Enloqueciendo con los Vilkartiz✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora