Capítulo 49

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¡Buenas noches! Los milagros existen. Y esta actualización es prueba fehaciente de ello. Aunque si les soy sincera, esperé a que llegara este día para actualizar. Sí, fue plan con maña. Hoy cumple años Nayla Kei; aquí tienes mi presente. Y espero que el resto de mi bello público lo disfrute y se ría con las ocurrencias de Miyuki. ¡Hasta la próxima!

Coffee & Rum

Sora miró a la sonrojada y apenada cácher, y después a quien se le veía que no había nacido para el alcohol.

—Esto no está bien, Harada-kun. Él podría decirles a todos sobre tu amor por los chicos con lentes.

Anna se levantó y miró a Shirakawa desde arriba.

—No te atrevas a decirle nada a nadie. Sabes de lo que soy capaz. —Lo amenazó.

Shirakawa hipó, sin alterarse por las palabras de Annaisha.

—¿Y cuándo he mostrado miedo por ti? Hey, Carlos, ven a escuchar esto.

—No irás a ningún lado, Shirakawa-kun. —Sora reaccionó tan rápido como pudo y se cruzó en el camino del pelirrojo—. No le dirás nada a nadie sobre lo que acabas de escuchar.

Shirakawa apenas miró a Yūki.

Sus piernas pesaban... ¿Desde cuándo Mei tenía un gemelo?

—Tampoco te tengo miedo a ti. Peores personas me han amenazado, ¡y tampoco les tengo miedo!

—¡Amigo Shirakawa! Así que tienes a dos preciosas mujeres para ti. —Ese era Carlos.

—Justo lo que faltaba...—Sora suspiró y vio cómo el veloz corredor había llegado hasta Katsuyuki; hasta le había echado el brazo encima.

—Carlos, Carlos, adivina quién tiene un fetiche por los lentes. —El jardinero, con una sonrisa divertida a causa del alcohol, señaló a Sora con la mirada.

—Ella es la novia de Miyuki... Debes ser tú, pícara.

La aludida suspiró. Sabía que estaban borrachos, que no pensaban bien; y, sobre todo, recordó que a ningún chico de esa casa podía ponerle una mano encima.

La violencia no iba a darle la solución esa noche.

—Que Kazuya use lentes es mera coincidencia —aclaró para ese chico de ascendencia latina—. No tengo un fetiche como ese. Lo que pasa aquí es que Shirakawa-kun no puede ni mantenerse en pie y ya está escuchando otras cosas.

Anna preparó la mejor de sus sonrisas hacia Carlos.

—Kamiya-kun, ¿podrías cuidar de Shirakawa por nosotras? Tal vez delire un poco...

—Nada de delirios, fetichista de len...—Trató de defenderse, pero alguien más los interrumpió:

—¡Chicos, chicos! Itsuki acaba de contar el mejor chiste de la vida. —Por todos los cielos, era Ryūji, el hermano de Anna. Y no parecía estar en mejor estado que esos dos—. ¿Cuál es el colmo de un beisbolista? ¿Ah? Díganme.

—¿Tus padres no se enfadarán de que tu chaperón y hermano, llegue mañana más crudo que el sashimi? —preguntó Yūki a la hermana del sonriente muchacho.

Anna negó con la cabeza.

—Me apena decirte que él controla muy bien ese estado. Nunca lo han descubierto.

—Hey, Ryūji, a que no adivinas qué gusto raro tiene tu hermana —continuó Shirakawa.

—¿Eh? ¿Te refieres a Mei? —cuestionó confundido—. Sé que es estrambótico, pero no seas tan cruel, Shirakawa.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora