Capítulo 31

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¡Muy buenas tardes! ¿Cómo va su domingo? El mío de maravilla hasta el punto en que no me puedo quejar. Y como amanecí de buen humor, pues terminé el capítulo y me dispuse a publicarlo para que les dé diabetes con lo que están a punto de leer. Espero no se asusten de la extensión, pero a veces pasa que me emociono y termina una cosa monstruosa. ¡Nos leemos hasta la próxima!

Emotion

La tesura de sus labios era una memoria vívida difícil de erradicar. El cosquilleo de su ígneo hálito provocaba una exasperante y cautivante sensación que la inmovilizaba, dejándola varada en el mismo punto en el que sus explicaciones fueron insuficientes para esclarecer el conflicto interno que la atormentaba y la volvía reacia a permitirse sentir algo por aquel descarado chico que había hurtado sus labios, encarcelándola entre el silencio y el sobrecogimiento. Mas dentro de aquel estridente caos ambicionaba una vez más poseer aquellos labios ajenos.

¿Un simple beso poseía tan aterrador control sobre ella o era la consecuencia de recibir la respuesta opuesta a la que perseguía?

Él, impulsado por sus francas palabras, hizo colindar sus mundos. Le entregó su resolución en silencio con un pausado y tibio beso firmado por la pura e intrínseca atracción que ella avivaba en él. En ese húmido roce había aceptación, complicidad y una pizca de deleite por contemplarla tan indefensa, tan expuesta a lo que hiciera; una experiencia novedosa y entretenida que germinaba en una sonrisa destellante.

Empero, estaba ofuscada. No entendía por qué su declaración concluyó tan opuesta al desenlace que tejió en su cabeza. Él advirtió la duda que la asaltaba a través del constante tambaleo de sus pupilas. Esos vacilantes ojos perdieron la capacidad de mirar a alguien más que no fuera él.

—¿Qué significa todo esto? —Se había perdido demasiado tiempo en esos hermosos ojos cafés. Más de lo necesario. Tenía que reaccionar—. ¿Por qué me has besado? ¿Qué pretendes?

Esa era una reacción que él no concibió porque nunca la creyó viable. Ella era la primera chica que se mostraba reacia a sus muestras de interés; casi como si pensara que estaba haciéndole una broma de muy mal gusto.

—Creo que es obvio.

Sora pasó de estar a su total merced a la defensiva.

—Contigo nada es demasiado evidente. Siempre escondes tus verdaderas intenciones.

Kazuya se abstuvo de reír ante la naturaleza arisca de la joven porque terminaría complicándolo todo. No buscaba retroceder justo ahora cuando las circunstancias se habían dado tal y como él quería.

—Si es uno de tus juegos, detente. Porque no es gracioso.

—Sora —La llamó—, hago esto exclusivamente con las chicas que me interesan.

Ella podía controlar sus palabras, mas no cómo su cuerpo decidía reaccionar ante sus claras palabras. Sus mejillas debieron adquirir un suave tono carmesí.

—E-espera. Eso quiere decir que...

Desdeñó ese vago deseo encubierto como una posibilidad lejana. Lo hizo por realista, por la guerra moral que se desató entre sus creencias e inclinaciones emocionales.

—Sí, bueno. —La adrenalina que lo llevó a besarla como respuesta a su confesión se desvaneció, dejando tras de sí un ligero bochorno que coloreaba tenuemente su cara—. Estamos en el mismo bote.

«No necesito pensarlo demasiado. Una persona te puede atraer superficialmente con mucha facilidad. Pero cuando se ha decidido seguir, cuando se ha elegido renunciar a lo que tanto se anhelaba...».

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora