Capítulo 40

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Enmity

Durante el resto del día no hizo comentario alguno sobre aquellos carteles que pusieron en apuros la dignidad y el pudor del actual capitán de Seidō. Tampoco mencionó su encuentro con el que indudablemente era el perpetrador principal de tan asqueroso acoso porque no era necesario; ella misma se estaba haciendo cargo de tan repugnante ser humano.

No permaneció durante más tiempo dentro de las instalaciones del club de béisbol. Esa tarde le había surgido un compromiso inesperado que no podía cancelar, aunque fuera lo que más deseara.

Había sido un día caótico que encontraría su final en el interior de una cafetería de tonos pastel cuya especialidad radicaba en la preparación de diversos y exquisitos postres. Era el lugar por excelencia para las chicas de su edad y para ese lanzador amante de las cosas dulces.

—En verdad estoy sorprendido. Jamás creí que aceptarías mi invitación. —Sus celestes pupilas veían con estupefacción pura a quien tomaba asiento frente a él.

—Todavía estoy a tiempo de retirarme e irme a casa —habló. Lo haría si continuaba tentándola.

—No lo decía de ese modo. Es sólo que pensaba que eras igual de asocial que Kazuya. Es todo.

—Estoy segura de que salgo más que él, Narumiya-kun. —Hojeó el menú y navegó entre todos esos nombres cursis que hacían referencia a los productos que vendían—. Se me hace extraño que me hayas citado a mí y no a él.

—Oh, es que con quien quería hablar era contigo.

Sora colocó la carta sobre la mesa y puso completa atención en el as de Inashiro.

—¿Sobre qué? —Esa boba sonrisa no la ayudaba a relajarse—. Y más importante, ¿Harada-kun sabe que estás aquí, conmigo?

—Por supuesto que lo sabe. Yo no le guardo secretos. —Allí estaba esa aura rosa, rodeándolo, combinando maravillosamente con el decorado de la cafetería—. Mi Anna sabe que únicamente tengo ojos para ella y que nunca buscaría a otra mujer. Y mucho menos si esta es la novia de Kazuya.

—Bien. Entonces continúa.

—¿Y tú? ¿Le dijiste a Kazuya que te verías conmigo después de las actividades del club de béisbol?

—No.

—¿Por qué no le dijiste? —¿Ese gesto en su cara era un puchero o una mueca de molestia? ¿A qué venía su conmoción? —. Eso habla muy mal de ti, Sora-chan. ¿Qué clase de novia eres que le ocultas parte de tu vida a Kazuya? ¡¿No me digas que lo estás engañando?! ¡Estás saliendo con otro y por eso no le cuentas sobre lo que haces!

Yūki contó hasta cien para no privar a Inashiro de su estrella.

—No estoy engañando a Kazuya ni contigo ni con nadie más.

El cuerpo de Mei se agitó ante el modo en que lo estaba observando. Sentía una enorme presión, como si le ordenara silenciosamente que se relajara con respecto a ese tema.

—Además, él no quiere que me junte mucho contigo porque teme que me contagies tus raras manías.

—¡¿Ah?! ¡¿Qué?! ¡¿Por qué dijo algo tan cruel?! —Estampó sus manos contra la mesa, como lo haría un crío que está a punto de hacerle la rabieta del siglo a su mamá—. ¡Kazuya es un malagradecido! Después de todo lo que he hecho por él, ¿y es así como me paga? —Drama puro y de excelente calidad.

—Narumiya-kun, enfócate en lo que importa. —Ese chico divagaba muchas veces. Había que estarlo dirigiendo hacia el camino correcto—. ¿Para qué querías que nos viéramos?

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora