¡Muy buenas noches! Ya estoy de vuelta. Y si les soy sincera quería escribir un oneshot especial por el cumpleaños de Miyuki; mas no se logró. Sin embargo, hay capítulo nuevo. Así que supongo que no está tan mal, ¿no? ¡Nos leemos para la próxima!
Conflicted
Estaba extenuada. Añoraba su cama y el silencio hospitalario de su habitación. Sin embargo, lo que único que tenía a su alcance era a una pequeña niña disfrutando de su cena y enfrente a un adolescente pegado al móvil contando la hazaña de cómo consiguió el número telefónico de una bonita chica.
—¡Mira, las papas fritas tienen forma de osito! —exclamaba Erika con la emoción propia de una niña de su edad—. ¡Ese postre se ve delicioso! ¿Y si compramos uno también?
—Será para la próxima. A esta hora no es recomendable que comas algo tan dulce —señaló para quien bañaba sus papas con salsa de tomate—. También debes comerte la hamburguesa.
—Lo haré... ¿Y a dónde iremos ahorita? ¿Iremos a ver a Kazuya? —cuestionó después de darle la primera mordida a su hamburguesa—. ¡Quiero ver de nuevo cómo juega con la pelota!
—Si quieres ver un juego de pelota, puedo llevarte a ver mis prácticas —comentaba Makoto.
Yūki ansiaba pararse y abandonar a ese par de medios hermanos. El mayor sabría cuidar de la infanta; y la madre de ambos llegaría pronto. Mas recordó su promesa hacia el cácher; y esa obligación moral bastaba para adherir sus pies al lustroso piso de aquel restaurante familiar.
«Fui ingenua al pensar que nada saldría mal en este día... Si tan sólo no me hubiera entretenido de más con las gemelas».
Sora hubiera preferido que el sitio de reunión para realizar el encargo fuera su propio hogar, la casa de aquellas animadas adolescentes o un punto céntrico que beneficiara a ambas partes. No obstante, las gemelas eligieron el campo de entrenamiento de Seidō; querían conocer al equipo del que formaba parte su hermano mayor y simultáneamente ser testigos del entrenamiento infernal del que tanto se rumoraba.
Se acercó al tumulto de personas que intercambiaban diferentes puntos de vista mientras observaban la práctica de medio día. Entre ese mundo de adultos encontró a las dos personitas por las que tuvo que abandonar su hogar en sábado.
—¡Por aquí! —gritaba Nadeshiko.
Era imposible no localizarlas. El rubio de sus cabelleras resaltaba como lo hacían las luciérnagas en la noche.
—Reira, deja de estar embobada y ayúdame con esto. Las cajas que trae Sora lucen pesadas —reprendía a quien estaba centrada en el entrenamiento de los beisbolistas.
—Ah, lo siento. —Se disculpaba, girándose hacia quien no mostraba cansancio ante lo que cargaba entre brazos—. ¿Qué son?
—¡Reira! ¡Eso no interesa! Encárgate de una.
Y tras otro llamado de atención ambas ya cargaban una alba caja.
—Por cierto, mi madre quiere agradecerles por la deliciosa comida que tu abuela nos mandó en la semana —mencionaba Reira sonriente—. Y ha decidido invitarlos a comer mañana.
—Esperamos que tus hermanos y tú también puedan asistir, Sora.
—Le informaré a mis padres —decía para quienes tenían muchas ansias de ver qué era lo que esas cajas resguardaban—. Pueden abrirlas si gustan.
Abrieron sus obsequios con curiosidad y expectación. Y no encontraron decepción, sino cuatro coloridas y hermosas yukatas que tanto se preciaban durante los festivales.

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Sweet Temptation
FanfictionÉl representaba en más de un sentido a los demonios que inútilmente había intentado sumir en lo más profundo de su pasado. Ella no era más que una extraña que le desconcertaba y le hacía percatarse de que incluso el lobo más solitario puede disfruta...