Capítulo 25

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¡Muy bunas noches! Ustedes disculparán la inactividad en la historia, pero aquí les dejo algo para pasar el rato y que se olviden que no había actualizado en meses. Linda noche.

Dilemma

Sentada al margen del campo A, contemplaba la práctica de fildeo de los chicos de primer año. Aquel ejercicio la relajaba, por lo que disfrutaba de verla mientras comía de su bolsa de malvaviscos.

—Si no te los vas a terminar, dámelos.

Sora se sobresaltó ante la demanda de Kuramochi. ¿Qué hacía allí cuando se supone que tenía que estar entrenando?

—Deberías estar con ellos y no aquí. —Esos bombones eran suyos y no quería compartirlos.

—Ya terminé. —Tomó un lugar a un costado de la tacaña chica—. Esperaré a que inicie la práctica de bateo.

—Me sorprende que no estés molestando a Eijun-kun.

—Ya me aburrí de meterme con él.

A Sora se le cayó su preciada bolsa. Ella sabía que era imposible que Yōichi se cansara de meterse con el menor.

—¿Y qué me dices de Miyuki? Tú siempre lo importunas.

—Desde que empezó a llevarse más con Tatsuhisa estar a su alrededor se ha vuelto sofocante por todas esas locas que los acechan como si fueran la octava maravilla.

—Yo escuché que Souh le ha estado pidiendo consejos para mejorar. —Iba a agregar algo más, pero sintió su hostilidad.

—Me los comeré ya que tú no los quieres. —Recogió la bolsa y metió un bombón tras otro.

—Kuramochi, ¿sucede algo? —Tampoco estaba hostigándola y eso era anómalo—. ¿Volviste a delinquir?

—¡No! Ni que fuera un malhechor.

Había reaccionado como solía hacerlo y eso la tranquilizó un poco.

—Eijun-kun me contó que en secundaria eras un criminal que se teñía el pelo de rubio. Y gracias a eso ninguna preparatoria te quería y por eso viniste a Tokio donde nadie conocía tu historial —relataba.

Él echaba humo ante el idiota que había ido a contarle su vida a esa chica.

—¡Voy a golpearlo la próxima vez que lo vea! ¡Maldito Sawamura!

Las únicas víctimas de su cólera eran esas esponjosas golosinas que estaban siendo aplastadas entre sus manos.

—Deja de desquitarte con mis malvaviscos —pidió.

—Hasta tú eres molesta.

Sora como pago por su insulto le acomodó un zape en la nuca.

—¡Auch! ¡Deja de estar de salvaje! Maldición, todas son iguales —resopló.

—¿«Todas»?

Yōichi se había desahogado sin pensárselo y gracias a ello había ofertado una pista sobre el motivo por el cual estaba tan irritado.

—Kuramochi, ¿de casualidad estás así porque sucedió algo entre Miu y tú? —Él continuó comiendo esos bombones—. Me estás dando la razón.

—Tráeme más de estos —exigía. Ella suspiró holgadamente y se puso de pie para irse.

—Es la primera vez que pruebo unos de este sabor. —Analizó el empaque con interés—. Sólo una glotona podría comerse todo esto sola.

Nuevamente tenía una bolsa llena de esas golosinas con sabor a café.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora