Capítulo 48

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¡Buenas tardes! Otro milagro pre-navideño se ha manifestado y ha permitido que traiga la continuación más pronto de lo esperado. No se cuestionen nada, sólo disfruten la lectura mientras comen algo delicioso.

Imbalance

Saludó a su padre. Ascendió por las escaleras, ignorando el rechinido que cada paso suyo producía. Sonrió con enternecimiento cuando encontró la comida que este compró para ambos y suspiró al hallar el refrigerador lleno de cervezas.

Su habitación se mantenía intacta; justo como el día que la dejó para regresar a Seidō cuando concluyeron sus vacaciones invernales del año pasado. Los posters de béisbol, el pequeño televisor, el librero, una cama individual y una alfombra mullida eran los aditamentos más importantes con los que contaba el pequeño espacio que por años lo recibió a la hora de dormir.

Sin embargo, esta vez regresó acompañado.

—No sé cómo vaya a tomarlo. Mas estoy seguro de que lograrás ganarte su aprobación. —Sacó a la felina de la transportadora y le permitió inspeccionar su nuevo entorno—. Al final te saliste con la tuya, Sora.

Se recostó y miró el techo. No demoró en sentir un peso extra sobre su abdomen; aquel pequeño cuerpo proyectaba una contextura suave y ligera.

—Apenas llegaste y ya te sientes como en tu casa. —El animal maulló—. Descarada.

Jamás tuvo una mascota; más por falta de tiempo que por interés. Tampoco creyó que acabaría volviéndose el propietario de ese escurridizo animal que llegó a los dormitorios a unos días de Navidad.

Esos ojos azules lo observaban con escrutinio. Y él no comprendía cómo era posible que alguien tuviera el corazón para abandonar a un ser indefenso sólo porque la familia se había vuelto un poco más grande.

Sobraron los adoptantes. Sin embargo, un día antes de que el campamento terminara y se decidiera su hogar definitivo, entendió lo que esa felina le había estado comunicando durante los días que vivió en su habitación.

Ella lo había elegido. Y él había sido atrapado por su personalidad tan calma y amorosa.

—Debo ir de compras o de lo contrario únicamente habrá cerveza en los próximos días.

Se cambió y tomó el dinero que su padre siempre guardaba en el galletero. Dejó el celular porque quería descansar de los mensajes que Mei le mandaba en un intento por convencerlo de ir a su fiesta de año nuevo.

Retornó a casa con las bolsas de las compras y se encontró con su padre fuera del taller; y para su sorpresa estaba acompañado.

—¿Cómo es que...? —Se preguntó—. Mei. Él debió darle mi dirección.

No entendía el porqué de su presencia. No obstante, al prestarle más atención se percató de que el motivo principal que la llevó hasta su domicilio había sido su propio descuido.

—Kazuya, has regresado —pronunció su padre en el momento en que cruzaron mirada—. Han venido a buscarte.

—Lamento haberlo importunado, Miyuki-san. —Se disculpó con quien la había recibido—. Únicamente vine a traerle unas cuantas cosas a su hijo y me marcharé.

—No te preocupes. Las visitas son bien recibidas.

—Agradezco el gesto. Sin embargo, no quiero importunar —expresó.

—Ella es una chica ocupada. Lo mejor sería que resolviera su asunto aquí y regresara a casa. —Kazuya se acercó; conocía muy bien a su padre y quería evitar indagaciones innecesarias.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora