Capítulo 47

185 17 136
                                    

¡Buenas tardes! No sé desde cuándo desaparecí, pero... Lo importante es que he regresado —momentáneamente—. Así que disfruten de este capítulo que quedó un poquito largo. Y recuerden usar cubrebocas y gelecito para que no se enfermen.

Cascade

Su primera escala fue el comedor. Allí se encontraban sus padres cocinando presurosamente. Hasta la mesa que recibiría a los invitados esa noche estaba llena de trastos sucios que la volvían poco presentable.

—¿Quieren que vaya a comprar algo? ¿Necesitan que lave los trastes? —Estaba deseosa de que le dijeran que no.

—Quiero que termines la limpieza del ático —contestó su madre sin voltear a verla. Estaba concentrada metiendo unos suflés al horno.

—Y lleva unos cuatro futones —pidió su padre mientras decoraba un pastel casero con crema batida y fresas.

—Entendido.

—Y otra cosa, Sora. —La llamó su progenitora antes de que abandonara la cocina—. Espero no te moleste, pero tendrás que compartir tu habitación con Hiriko-chan esta noche.

—¿Hiriko?

A veces no podía ocultar el disgusto que ciertos temas o determinadas personas le causaban hasta el punto en que sus gestos faciales hablaban por ella. Y aunque sabía que a su madre le disgustaba esa mala actitud no iba a minimizar su reacción.

—Que se quede en el sillón cama de la sala.

—Yūki Sora, trátala bien. Si te veo siendo maleducada con ella tendré que castigarte. —Las amenazas de su progenitora no podían ser pasadas por alto; por eso haría lo que ella le pedía—. Es tu prima. Llévense bien.

—Dormirá en mi habitación, en el piso —sentenció con una actitud que rozaba lo intransigente.

Era obvio que no estaba en negociación su decisión.

—Sora, eso es muy descortés de tu parte.

—Vamos, tranquilas las dos. —El padre intervino para calmar las aguas. Incluso llevó su mano hasta el hombro de su esposa—. Sora, ve a hacer lo que tu madre te ha dicho.

—Sí, seguro. —Se retiró dejando a su mamá con muchas cosas por decirle.

—Es tu culpa que ella sea así de caprichosa. Y lo sabes.

Su regaño resbalaba en quien sonreía tan despreocupadamente; no había manera de negar que él había sido quien engendró a tan rebelde semilla.

—Me alegra tanto que ni Tetsu ni Masa sean como tú y mi padre.

Usualmente las tareas de limpieza no representaban mayor problema porque era una actividad que adoraba. No obstante, estaba fatigada por toda la faena del club de béisbol y la desvelada que cargaba sobre sus hombros.

Para cuando terminó de trapear se recargó contra la pared, deslizándose hasta el suelo.

—Empiezo a agarrarle odio a la Navidad.

—¿Por qué? Si siempre te ha encantado.

La voz de su viejo amigo la hizo voltear hacia el umbral. Allí se encontraba Kishō usando un llamativo gorro de Santa Claus con cuernos de reno.

—Ya empezó...—Se le cruzó la idea de quedarse botada y fingir demencia con respecto a la fiesta navideña que tendría su familia—. ¿Por qué no compramos pollo frito como el resto de las familias japonesas?

—Jamás conocí a nadie con más espíritu navideño que tu padre —habló y se acercó hasta su amiga—. Te ha dejado tu gorro en tu habitación.

—Es cuando me alegro que Kazuya no haya venido o tendría material suficiente para burlarse de mí hasta el cansancio.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora