Capítulo 36

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¡Antes que nada, Feliz Año Nuevo a todas! Espero la hayan pasado bonito y se hayan atragantado como dice la santa biblia. Si no fue así, aún están a tiempo de hacerlo. Y mientras lo hacen, pueden irse leyendo el capítulo nuevo que les traigo, el primero de este año 2020.

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—Hay que admitir que esta cita ha tenido de todo un poco —Yūki estaba satisfecha. Ni el relato del uniformado arruinó el buen sabor de boca que le dejó todo el banquete que se había dado—. No la repitamos.

—Estoy de acuerdo contigo. —El fuerte de Kazuya no residía en salir demasiado. Por algo Mei lo veía varias veces como un ermitaño.

—¡¿Ah?! ¡¿De qué hablan ustedes dos?! —Ninguno quería responderle—. ¡Si este es el inicio!

—¿El comienzo de qué? —Sora contemplaba que Narumiya estaba mucho más feliz y reluciente que cuando se encontraron con él en la estación.

—¡De nuestras salidas en pareja!

No era precisamente emoción lo que reflejaban las pupilas de esos dos. Era más bien algo muy parecido al tedio; no estaban muy complacidos con su proposición.

—Ey, ¿por qué rayos tienen esa mirada de pescado muerto? ¿Cómo debo interpretarlo?

—Ponte a entrenar y deja de perder el tiempo.

—Lo que Kazuya quiso decir es que te enfoques en aprovechar ese tiempo libre en salir con Harada-kun. Para que se conozcan aún más y pasen buenos momentos juntos. —No quería otra riña innecesaria entre ese par de infantiles jugadores—. Así podrán dar el siguiente paso con plena seguridad.

—Descuida, ¡ya no debes preocuparte por nimiedades como esas! —proclamó—. Anna —La llamó, levantándose de su asiento. Aclaró su garganta y le habló apropiadamente—, te pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Fue grosero de mi parte juzgarte del modo en que lo hice y ser tan cortante contigo.

Harada no era la única que estaba anonadada ante la brutal honestidad del as de Inashiro.

—Puedes darme un buen golpe por ser tan ruin contigo.

—Jamás pondría hacerlo, Narumiya-kun. —Nunca se perdonaría herir a alguien como él. Sería un error colosal.

—Y ya con ese tema resuelto, proseguiré. —Hizo que se pusiera de pie. Ya frente a frente tomó su mano entre la suya, con la delicadeza que se le profesaba a lo más preciado que se tiene en la vida—. Annaisha, ¿aceptarías convertirte en mi novia?

No era la primera vez que recibía una confesión de amor, mas podía jurar que era la primera ocasión en que se sentía tanto ansiosa como dichosa, como si hubiera estado esperando por esa pregunta desde hace varios meses atrás; meses en los que se enfrentó a su interior, a sus arraigadas creencias respecto a los beisbolistas y sus bajas intenciones.

Desafió a su madre y su protección por ese pitcher de sonrisa cálida y resplandeciente, por ese talentoso muchacho que jamás fue capaz de renunciar a sus sentimientos, a sus deseos, a sus promesas, a ella.

Si tan sólo no estuviera tan abstraída con esos profundos y estremecedores ojos azules escucharía que su corazón ya había respondido antes de que su boca hablara.

—Te gusta mantenerme en suspenso, ¿verdad?

Al diablo que estuviera sintiendo más de lo que debería, más de lo que su razón le decía, más de lo que su lógica era capaz de procesar. Ya no tenía permitido reprimirse; se alinearía a lo irracional, a lo que podría entregarle una nueva definición de felicidad.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora