Capítulo 53

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¡Buenos días! Ustedes disculparán la tardanza. Pero aquí estoy con la continuación de esta historia que se vuelve más enrevesada. Disfruten de la actualización, de las dudas existenciales de Kazuya y de su fin de semana. Nos leemos después.

Coincidences

Desde que salieron y llegaron a la estación del metro ninguno de los dos se dirigió la palabra. El silencio fue su único compañero, el que les murmuraba ocasionalmente que no estaban solos, que no tenía sentido continuar abstraídos con sus cavilaciones personales.

Abordaron el metro y tomaron asiento, agradeciendo la casi absoluta soledad que los sitiaba. Podrían estar tranquilos hasta bajar en la estación correspondiente.

—Kazuya. —Lo llamó Sora.

Él no atendió a su llamado hasta que sintió la tibieza de su mano sobre su antebrazo.

—¿Estás bien?

—Sí. Solamente me quedé pensando en que mañana tendré que soportar nuevamente las exigencias de Sawamura.

Ella había observado todo su comportamiento desde que llegaron y abandonaron aquella residencia. Deducía que tanto el trato tan íntimo y cálido de su madre hacia su nueva familia como el distanciamiento que manejaban eran los causantes principales de su ensimismamiento, del aplastamiento de su estado anímico.

Aunque le dedicara algunas palabras de apoyo sería más contraproducente que una verdadera ayuda. No conocía a profundidad la situación familiar que madre e hijo vivían; y él evidentemente no se lo contaría ya fuera por falta de confianza o porque era verdaderamente doloroso.

—¿Tienes el resto de la tarde ocupada? —preguntaba Yūki.

—No exactamente —Tenía que recomponerse. Ya había mostrado demasiado de aquella patética faceta—. ¿Por qué?

—Tengamos una cita.

—¿Ah? ¿Una cita? ¿A qué viene eso? —Giró su cabeza hacia ella, mostrando perplejidad.

—¿Te olvidaste que somos novios? —lanzó, burlesca—. Necesito tiempo de calidad con mi incordio.

Rascó su mejilla con su índice derecho. Y sin controlarlo, torció sus labios para no expresar algo innecesario que terminara por condenarlo aún más que las reacciones corporales que le había obsequiado sin querer en casa de su madre.

No era un idiota. Sabía que estaba extrañada por su comportamiento. Asimismo, indirectamente, ponía en manifiesto su preocupación.

Maldijo internamente su falta de temple.

—Recuerda que dije que...

—Me dijiste que no tendrías demasiado tiempo libre por las prácticas y los partidos. Sin embargo, hoy es nuestro último día de vacaciones —expresaba, cruzándose de brazos—. Si no tienes nada mejor que hacer, ven conmigo a una cita.

Evidentemente no tenía más planes para ese día. Tampoco era prudente llegar a casa a encerrarse porque su mente empezaría a jugar en su contra para recordarle vivencias pasadas. Y también era consciente que le debía un gran favor por ayudarlo a saltear la situación con su madre.

«Si hago memoria, esta sería la segunda vez que estoy en deuda con ella».

—No aceptaré un no como respuesta, Miyuki Kazuya.

Podía pagar una de esas deudas pendientes accediendo a su petición.

—No traigo demasiado dinero —aclaró para la joven que rebuscaba algo dentro de su bolso.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora