Capítulo 23

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¡Buenas tardes! Aquí vengo llegando con una bonita actualización. Disfruten tanto la lectura como su fin de semana.

Trigger

La inquietud se había quedado abordo del autobús que los trajo de vuelta a la ciudad. Gracias a ello se sentía mucho más serena, con la seguridad de que podría encarar sus próximas interacciones bajo el nombre de amistad.

Aun cuando la noche empezaba a mitigar la claridad de la tarde no sentía la necesidad de volver a casa. Caminaría por el vecindario, sosteniendo su bolsa de tela rellena con esas exquisitas galletas de mantequilla que tanto le fascinaban.

Entonces se detuvo frente al portón azul rey que se había convertido en su parada favorita desde hace semanas. Allí siempre estaba ese esponjoso animal que la recibía con una sonrisa.

—No veo a Nun por ninguna parte. —Lo buscó en ambos lados del patio y no lo halló—. ¿Le habrá pasado algo?

—No te angusties por Nun. Está dentro de la casa porque hoy le tocó su baño y no queremos que se ensucie con la hojarasca.

Sora ahogó un gritillo de miedo cuando escuchó aquella voz masculina detrás suyo.

—Kadenokoji-san, no me dé esos sustos por favor —pedía.

El hombre de amable sonrisa y lentes redondos se veía arrepentido por asustarla.

—Una disculpa, no era mi intención —habló antes de abrir el portón y ofrecerle pasar—. Puedes pasar a ver a Nun. Y de paso conocer al nuevo miembro de la familia.

Yūki accedió a pasar. La primera vez que entró al domicilio lo hizo gracias a la amable invitación de la esposa de aquel bonachón hombre.

Retiró su calzado y lo siguió hasta la sala. Sobre un enorme cojín redondo que estaba en el centro de la sala descansaba Nun; parecía agotada de jugar con el cachorro que ladraba para llamar su atención.

—Se llama Suk. Tiene casi seis meses —informaba Kadenokoji—. Es juguetón y permite que cualquiera lo acaricie.

Lo cargó en brazos. Su cabeza ancha, en forma de triángulo obtuso, era oscura. Sus orejas erectas se movían con curiosidad y su cola enroscada se agitaba con júbilo. Era bastante pesado y robusto para su edad.

—¡Eres tan adorable!

Sora no podía resistirse a los perros. Mucho menos a los cachorros. Quizá el que jamás haya tenido una mascota de niña la llevó a mostrarse tan mimosa hacia los cánidos.

—Buenas noches.

El cordial saludo los hizo voltear hacia la persona que recién llegaba. Mientras para Kadenokoji era un rostro familiar, para Sora era un completo desconocido.

—Creí que regresarías más tarde, hijo.

No eran esos ojos color miel que compartía con su progenitor lo que robó su interés, sino la periferia de su rostro.

—Su cutis es perfecto —dijo sin medir el peso de sus palabras.

Concibió la magnitud de su espontáneo comentario cuando se transformó en el centro visual de aquel par. Quería desaparecer por la vergüenza que sentía.

—Ah, yo lo siento. Aunque sí es verdad lo del cutis...—Depositó al cachorro sobre el suelo y sacudió sus ropajes—. ¿A alguien se le ofrece una galleta?

El recuerdo de las estruendosas risas y los comentarios burlescos que les dedicaron después de haber sido cazados sin piedad por los peligrosos y certeros lanzamientos de aquella furiosa chica solamente acentuaron el dolor que experimentaban cada vez que sus dedos rozaban las oscurecidas zonas de su piel que habían sido víctima del impacto del albo esférico.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora