Cuando Shokue tenía 15 años, recibió una carta anunciando que fue aceptada en el Colegio de Magia Metropolitana de Tokio, y a sus 16 años salió del pueblo donde vivía su familia para ir a vivir a la gran ciudad.
En la estación de metro la espera su primo, cuyos nueve meses más de edad le permitieron adelantarse en el Colegio y ahora inicia el segundo año de su formación académica y combativa.
Lo ve desde la ventana de su transporte, y en cuanto las puertas se abren se echa las maletas al hombro y corre en su dirección, indiferente a las personas que debe empujar en su camino para llegar hasta él, quien también la ha notado y le sonríe con los brazos bien abiertos. Salta hacia él y lo abraza con mucha fuerza, él devuelve el gesto con la misma intensidad.
-¡Suguruuuuuuuu! -habla melosa, en un tono infantil que hace a su primo reír, aferrándose a la camisa del uniforme del mayor- No vuelvas a abandonarme así, por favor -tiene el rostro escondido en la tela azul oscuro, presionando su rostro contra el pecho del otro, por lo que es un poco difícil entender lo que dice- ¡Nunca, nunca, nunca! -y como una niña caprichosa le golpea el pecho un par de veces- ¡He tenido tanta hambre!
-Ya, ya -suspira, golpeando su espalda con suavidad y cariño, en un intento de consolarla-. Tú siempre tienes hambre.
-¡Esta vez creí que iba a matarme!
-Siempre crees que va a matarte.
-¡Esta vez fue real!
-Siempre es real.
-¡Hey! ¡Suguru! -una voz masculina interrumpe la reunión de los Geto- ¿Vas a presentarnos a tu novia?
La joven por fin se separa de su primo para encarar al recién llegado, quien descubre de inmediato su error. Era imposible no ver qué esos dos eran familia, eran idénticos. Tenían los mismos ojos almendrados, rasgados, filosos cual mirada de zorro, el mismo tipo de cabello negro que él tenía atado en un moño ella lo llevaba atado en una coleta que le llegaba hasta media espalda, la forma de sus rostros era idéntica, entre sus labios, sus narices, sus cejas y sus mejillas no había una sola diferencia, además tenían la misma altura. Aparte del cabello, sino fuera que ella va en falda no podrían decir cuál es cuál.
-¡Ah! ¿Tienes una gemela? -pregunta la chica que acompañaba al muchacho que los interrumpió, señalando a ambos.
-Soy Geto Shokue -se presenta la recién llegada, ofreciendo una reverencia a los dos-. Soy prima de Suguru. Un gusto conocerlos.
-¿Primos? -habla el chico desconocido- ¡Parecen gemelos! ¿Seguros que no fueron separados al nacer?
-Yo soy Ieri Shoko -la chica de cabello marrón oscuro le sonríe, sacudiendo su mano de lado a lado, lleva un cigarro entre los labios, pero no va encendido-. Él es Gojo Satoru. Somos compañeros de tu primo en segundo año.
-Habla mucho de ustedes -afirma Shokue, asintiendo-. Gracias por cuidar de él.
-¿Ah? ¿Hablas tanto de nosotros y tú nunca mencionaste que tenías una prima? -el tono del chico Gojo no es muy agradable, le parece que habla como matón, con un aire burlesco y de arrogancia que la molesta, sus oscuras gafas no la hacen sentir segura, pues le impiden leer su expresión facial.
-Bueno, hablas tanto que nunca me dejas decir nada -acusa Suguru, sonriendo.
-¡Qué cruel! ¿Estás seguro que no es tu hermana gemela? ¡No es normal que se parezcan tanto!
-¿Todos en la Academia son así? -pregunta Shokue, frunciendo los labios.
-¿Reconsiderando tu ingreso? -se mofa Satoru.
ESTÁS LEYENDO
Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"