Tal como Shokue dijo a sus alumnos, antes de ingresar a cualquier colonia, debía esperar a Maki.
Se encuentra a una cuadra del clan Zen'in, esperando la llegada de Mai, sabiendo que al ser gemelas ella y Maki eran una sola, sabiendo que al ser una sola habían tenido la misma idea. Tal como les pasó a ella y a su otra mitad hace tantos años.
Maki es una buena guerrera.
Pero el clan es cruel y despiadado.
Seguramente habría muerto para ese punto.
Mai que poseía una técnica maldita y además era más sensata debería regresar en cualquier momento cargando su cuerpo... Si es que era capaz de recuperarlo. Si la veía llegar sola sería ella quien iría personalmente al clan y se encargaría al respecto. Los mataría por insensatos, por no aprender de sus errores, porque eran más crueles que cualquier maldición a la que había enfrentado. Con todo el caos que Kenjaku había desatado la muerte de esos sujetos no sería la gran cosa. Ya no le importaba lo que le dijeran los altos mandos.
La simple idea de ver el cuerpo de Maki, destrozado más allá de lo humanamente posible, la atormenta todo el tiempo de espera.
Intenta pensar en qué le diría a Mai, cómo le pediría perdón por no detenerla, cómo se justificaría por no haber entrado al clan tras ella para protegerlas.
¿Por qué no la detenía?
¿Por qué no solo los mataba a todos?
No.
No podría.
Hace años no pudo detener a su otro yo.
¿Cómo poder apaciguar el hambre de Maki si dejó a Suguru morirse de inanición?
No tiene el derecho.
Escucha pasos acercarse a ella.
Levanta la vista, preparada para enfrentar la mirada de Mai.
Pero en cambio se encuentra a Maki.
Cubierta en sangre, propia y ajena.
Con la mirada de un cadáver.
Y no sabe si sentir alivio o lástima.
—Lo siento mucho —dice Shokue, poniéndose de pie para acercarse a ella.
—¿Por qué me dice eso? —cuestiona, enfrentando su mirada. La mirada de alma en pena se apacigua unos momentos, el brillo en sus ojos y la inflamación en sus párpados le revelan que ha llorado— No soy un fantasma, no he muerto. No tiene que llorar mi pérdida.
—Tu mirada —acusa, sujetándole el rostro—, la conozco —frunce los labios, con pena—. La mirada de alguien que ha perdido una parte de sí.
—Ya no importa —asegura, pero importa—. Los maté a todos. Lo destruí todo... Tal como Mai quería —frunce los labios también y gira a ver el arma entre sus manos. Una réplica del alma partida, la espada que Shokue siempre empuña—. Eso y esta espada fue lo único que me dejó. Ya cumplí mi propósito aquí.
—¿Eso crees?
—Si no es así, dígame usted, ¿qué más me queda?
—Tú sabes la respuesta —le sujeta la mano que empuña la katana, le acaricia los nudillos con cariño. Las manos de Shokue son suaves, su tacto es más delicado de lo que uno se imaginaría, y su piel siempre se siente cálida—. Ahora es cuestión de seguir adelante.
Claro.
De pequeñas siempre le dijo a Mai que le sujetara la mano, cerrara los ojos, y siguiera andando a su lado.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"