Esa tarde, Shokue está disfrutando uno de los únicos días libres que le han dado en todo el año. Y lo disfruta haciendo lo que más le gusta: nada. Es solo que ese día hace nada al lado de Shoko, que tiene como tarea diseccionar (preparar, de hecho) cadáveres antes de enviarlos al crematorio.
—¿Me quieres diseccionar? —pregunta Shokue, viendo a Shoko tirar los utensilios recién utilizados.
—De acuerdo —accede de inmediato la mayor, cambiándose los guantes que estaba usando—. Quítate el vestido y acuéstate aquí.
—¿Eh? —a pesar de ser ella quien lo había sugerido, la repentina aceptación la tomó por sorpresa y se queda paralizada sobre la camilla en la que estaba sentada— No, espera, creo que-
—Peores heridas has tenido en tus combates, Shokue. Si puedo extraer tus órganos podrías donarlo... Podríamos venderlos y seríamos millonarias —el tono en su voz le da escalofríos y lo hace fruncir los labios, aterrada—. Serás mi mina de oro. Acuéstate.
—No, no. Espera —temblando se aferra más a su vestido y su obi—. Lo decía en broma, Shoko. Me gusta tener mis órganos dentro de mí.
—Piensa en todas las vidas que salvarías —insiste.
—Donaré mucho dinero a caridades, eso ayudará también.
—Bien, lo haremos a las malas —concluye, caminando amenazante hacia ella.
La pobre Shokue tiene una mirada como de cachorro aterrado mientras ve a Shoko acercarse lentamente a ella, con bisturí y fórceps en manos. Se aferra con más fuerza a su ropa y se arrastra en la camilla hasta que su espalda golpea la pared.
—¡Shokue-sama!
Ambas mujeres son interrumpidas por Ichiji, el asistente. El hombre parecía llevar una urgencia que desaparece cuando nota la bizarra escena delante suyo.
—¿Interrumpo algo?
—Estamos en plena cirugía —anuncia Shoko, y Shokue aprovecha su distracción para escabullirse—. Shokue, regresa aquí.
—Dime que me traes una misión lejos de aquí —suplica la señora Gojo, escondiéndose detrás de Ijichi como si no fuera diez centímetros más alta y unos 25 kilos más pesada.
—¡S-Sí! —admite el asistente— Nitta-san estaba con los alumnos de primer año cuando de repente los perdió de vista. Tenían una misión cerca del viejo colegio de los Fushiguro, pero ahora desconoce la posición de Kugisaki e Itadori.
—Eh, este primer año les está dando muchos problemas, ¿no es así?
—L-Lo sentimos, Shokue-sama. Sabemos que es su día libre, pero-
—Lo que sea —suspira, desviando la mirada—. Vamos a tomar una cerveza esta noche, Shoko.
—¿Tú invitas? —responde la doctora. Ijichi piensa que ambas tienen el mismo tono monótono, y se pregunta quién lo aprendió de quién.
—Invitaré las botanas, así que tú invita las bebidas.
—Trato.
Y así la más temible se retira para ir en busca de los alumnos de su esposo.
—¡Hey, primer año!
Shokue había llegado lo más rápido posible. Rastrear la energía de esos tres no era un trabajo muy difícil, entre la energía de Itadori que se sentía como radiación, la de Kugisaki que se sentía como espinas, y la de Fushiguro que parecía una mordida, los había encontrado en cuestión de un minuto. Al parecer no estaban en peligro, y nada más los saluda desde arriba del puente para que noten su presencia.

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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"