55. Cita.

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Shokue no solía llegar tarde, cuando habían reuniones o actividades siempre era la primera en llegar al lugar, a veces hasta treinta minutos antes del tiempo acordado. De todas formas nunca tenía muchas cosas que hacer si no estaba en una misión, y desde el encierro de Satoru tenía más tiempo que nunca.

Lo único que la había detenido ese día, que supuestamente se encontraría con Hakari Kinji y Hoshi Kirara, alumnos de tercer año, era un asunto pendiente.

Una cita.

—Sé que odias hacer promesas que no puedes cumplir —suspira, encendiendo un par de velas para alimentar la atmósfera—. Yaga dijo que ningún chamán muere sin arrepentimientos, y sabía que tú nunca serías la excepción, pero aún así te hice prometer cosas imposibles, lo siento —coloca el plato hondo con un trozo de pan delante del pequeño altar temporal e improvisado que contiene las cenizas de Nanami Kento, introduce dos inciensos y los enciende con el mismo fuego que encendió las velas—. Espero esto enmiende cualquier pendiente que no te permita descansar, Nanamin —cuando todo eso acabe, esparcirá sus cenizas en la playa.

La comida, como siempre, sabía a sangre.

Y no le molestaría.

Si no sintiera el sabor a la sangre de Kento.

Muerde un trozo de su propio pan.

Y a pesar de la suave textura y el dulce aroma, a su mente solo llega la textura del dedo que tuvo que devorar para adquirir su técnica.

La carne gelatinosa en las uniones de los falanges, el poco músculo alrededor de la extremidad, el crujir de sus huesos, la flexibilidad de la uña.

Vomita en el lavabo.

—Lo siento —jadea, cerrando los ojos con fuerza, apoyando su cabeza en el borde. ¿Con quién se disculpa? ¿Con el difunto? ¿Consigo misma? No está segura—, lo siento —se sujeta el rostro en una mano, aguantando las lágrimas—. Lo siento tanto —se muerde los labios hasta hacerlos sangrar—. Por favor, perdóname.

El sabor de la sangre de sus aliados.

De sus compañeros, de esos estudiantes que llegaron después de ella, de esos estudiantes a cuya educación contribuyó.

Ella, y solo ella, era la única que conocía los sabores de su sangre.

Se pregunta si un día alguien tendrá el infortunio de probar SU sangre.

Y alimentarse de su hambre por un mundo mejor.

Se limpia los labios con el dorso de la mano.

Se morirá de hambre si se queda ahí llorando.

—¡Primer año, tercer año!

Shokue llega para cuándo todos son amigos. Se supone que iba a llegar antes, que Megumi e Itadori solo iban a distraer un poco a los de tercer años para darle tiempo y luego ella hablaría con Hakari Kinji, pero ante su tardanza tuvieron que hacer todo a las malas.

—¡Shokue-sama! —exclaman Hakari y Kirara, los únicos dos alumnos de tercer año, abriendo mucho los ojos, sorprendidos por su presencia.

—¿Usted también está detrás de todo esto? —cuestiona Hakari, frunciendo el ceño y girando a los de primer año— ¿Por qué no lo dijeron antes?

—Porque le estabas dando una paliza a Itadori y no nos dejabas hablar —recuerda Megumi, arrugando la nariz y rodando los ojos.

—Eh, ¿andas molestando a los de primero, Hakari? —suspira Shokue, echándose el cabello hacia atrás— Debería darte vergüenza ser tan violento delante de Kirara-chan.

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora