Junio y sus lluvias habían dado por finalizadas. Ahora nuestros protagonistas debían apañarse para tolerar el calor y la humedad que traía junio y persistirá hasta agosto.
—Eh, el calor del verano es insoportable —suspira Shokue. Está en la lavandería de la academia, esperando que su ropa salga de la secadora. Acostada de manera irresponsable sobre la fila de lavadoras, sus piernas cuelgan del borde, con una mano sacude un abanico para intentar refrescarse—. Voy a morir.
—¡Vamos al mar! —sugiere Haibara, quien apenas mete su ropa en una de las lavadoras sobre las que ella está tendida.
—¿Podemos ir al mar? —pregunta al aire. Tienen el ventilador a tope, están en shorts y camisetas sin mangas, aún con la piel contra el frío metal siente que se quema— ¿Tenemos vacaciones o algo así? ¿Podemos ignorar misiones e ir a la playa?
—Somos chamanes —recuerda Nanami, con un trapo húmedo sobre los ojos para intentar apaciguar el calor—, tenemos trabajo todos los días —él ya tenía la ropa limpia, nada más acompañaba a sus compañeros porque no tenía nada mejor que hacer—. Para nosotros no hay descanso.
—Siempre eres tan negativo —lloriquea la única chica—. ¿Por qué nunca te ves feliz, Nanami-kun? ¿Tienes depresión o algo así?
—Te golpearé.
—¡Qué miedo!
—Ah, tengo una idea —anuncia Haibara, golpeando la palma de su mano con su puño—, ¡podemos ir al mar después de terminar una misión!
—¿Eh? —inquieren los otros dos.
—Sí. Ya sé. Podemos ir a una misión los tres y escabullirnos de los asistentes. Será solo unas pocas horas. Shokue-san, puedes derrotar maldiciones de grado uno, ¿cierto? Podemos ir como tu apoyo, tú te encargas de la maldición, y de ahí nos vamos a la playa.
—¿Y la barrera? —inquiere Shokue.
—Podemos atrapar un shikigami pequeño en una caja con un sello y dejarlo en el lugar, así no pondrá en peligro a nadie y la barrera no se levantará.
—Ir en contra de un grado uno cuando apenas somos grado dos suena a una misión suicida —vocifera Nanami—. No cuentes conmigo si ese es tu plan.
—Yo puedo encargarme de la maldición —afirma ella, sonriendo ampliamente—. Ustedes ni siquiera lo verán.
—¿Y si morimos?
—No morirán si están cerco mío, lo juro.
—No hagas juramentos que no sabes si puedes cumplir, Shokue.
—Sé que puedo cumplirlo —asegura sin dejar de sonreír—, ¡no dudes de mí, Nanami-kun!
—Nanami, por favor —lloriquea Haibara, acercándose a él para sacudirle el brazo—, ¡ir a la playa en este clima es lo que todos hacen! ¡Vamos!
—Somos chamanes, no tenemos tiempo para esa clase de cosas. Y deja de sacudirme —su negativa logra levantar a Shokue de las lavadoras, que también se acerca al rubio y le sujeta el otro brazo.
—Nanami —sollozan sus dos compañeros, tirando de él—, por favor.
—¿Qué son? ¿Niños? —gruñe, arrugando la nariz— Vayan ustedes.
—Será raro si solo vamos Haibara-kun y yo —afirma Shokue, señalando a su compañero—. Van a pensar que somos un travesti y su novio.
—Si voy con ustedes van a pensar que somos un trío de enfermos o algo —masculle—. Un travesti, su novio y un extranjero pervertido.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"