61. Propuesta.

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La única forma de salvar su vida es sacrificarse a sí mismo, por lo que a cambio sus propios huesos Ryomen Sukuna es capaz de salvar su cabeza.

"Toro perforador", el shikigami de impacto, aparece justo a sus espaldas. Los golpea a ambos, y aunque Shokue no suelta su arma, el impacto la hace fallar su ataque a la cabeza, y lo que pudo ser una lobotomía termina como un simple rasguño cerca del ojo. Sus huesos rotos sanarán, eso no le aflige, pero Shokue, que no ha activado su técnica al inicio de la pelea, permanece tendida en el piso, escupiendo sangre, arrastrándose con las manos para intentar ponerse de pie.

Sukuna le patea el rostro, obligándola a quedarse en el suelo.

—Recuerda esto, Geto Shokue —declama, el daño en su cuerpo se sana poco a poco—, morirás porque eres gentil.

—Mátame —reta, furiosa, escupiendo la sangre que se acumula de sus perforados pulmones—. Aquí y ahora. Mátame, Ryomen Sukuna —el dolor en su cuerpo es irrelevante, aún con los huesos pulverizados mueve su mano al tobillo del rey de las maldiciones, aferrándose fuertemente a él—. Este cuerpo es desechable. Mátame ahora, porque después tendrás que hacerlo una y otra vez —se apoya con la otra mano en el suelo, intentando elevar el peso de su cuerpo—, una y otra vez —molesta se aferra a su pantalón, hundiendo sus uñas en su piel—, ¡me volveré tu maldición personal!

Le pisa la cabeza.

Como el insecto que es.

La sangre que salpica lo hace arrugar la nariz.

No pudo asesinar a Tsumiki, pero espera que la muerte de Shokue sea suficiente para mantener mansa el alma de Fushiguro Megumi.

Estira su cuerpo, con pereza.

¿Por qué esa mujer habría empezado una pelea sin activar su técnica? ¿De verdad pensó que era capaz de ganarle sin la ayuda de Ue? Era una hija de puta fanfarrona, debía admitir que admiraba un poco esa terquedad, pero no era más que una bestia con hambre, lo había entretenido tanto como pudo entretenerlo ver un lobo revolcarse en el lodo.

Está por retirarse, cuando un aumento de energía a sus espaldas lo frena.

¿Esa mujer...?

No.

Su cadáver seguía tirado en el piso.

Era la abeja de antes.

Molesto solo la aparta con una mano, que otro chamán se encargue de esa cosa, le da igual.

—Técnica suprema.

Que raro.

No le parecía normal que una abeja pudiera hablar.

—Samsara.

Mentira.

¿De verdad esa mocosa podía...?

—¡Encarnación!

Geto Shokue nunca sería una fuerza imparable como Fushiguro Toji o como Zen'in Maki.

Nunca sería intocable como Gojo Satoru.

Nunca sería desinteresada como Tsukumo Yuki.

No sería noble como Nanami Kento.

No sería gentil como Haibara Yuu.

Y jamás sería un reemplazo para Geto Suguru.

Porque Geto Shokue nunca sería capaz de desprenderse de todo, dejarlo todo atrás.

Pero en ese momento Ryomen Sukuna presenciaría la ascensión de una bestia hambrienta.

La mujer que fue dejada atrás.

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora