Después de dejar a Shokue dormida en su habitación, Suguru decidió retomar su tarde junto a sus amigos.
—Ya volví —anuncia sentándose en una mesa de la cafetería donde lo esperaban Satoru y Shoko.
—Gojo dice que tu prima se desmayó o algo así —comenta Shoko sosteniendo un cigarro entre los labios y señalando a su mejor amigo.
—Solo se quedó dormida —aclara, abriendo la lata de café que compró de camino y da un trago—. Siempre se cansa después de comer mucho.
—La técnica de Shokue-chan da un poco de miedo, ¿no? —sigue hablando la castaña, sujetándose el rostro en una mano— Tú haces bolita las maldiciones y las comes, pero ella debe hacerlo de esa manera tan... brutal.
—Está bien, a Shokue no le molesta. Su técnica le quita ese desagradable sabor a las maldiciones, para ella no es diferente que comer pescado crudo o algo así, y dice que mientras más fuertes las maldiciones más dulces saben.
—Aún así debe ser difícil, ¿no? No imagino que la textura de la piel de las maldiciones sea agradable...
—Ella ya se acostumbró.
—¿Cómo rayos ustedes dos descubrieron sus técnicas? Son tan raras...
—Bueno, déjame ver —murmura, se sujeta la barbilla como para pensar mejor—. Mi abuela era chamana, su familia me enseñó a usar mi técnica. Shokue ya podía usar su técnica desde pequeña, el día que nos conocimos se comió una maldición en forma de ciempiés.
—¿Ves de lo que hablo? ¿Por qué hacer algo así? ¿Es un instinto?
—Shokue siempre ha padecido de hambre —suspira, cerrando los ojos unos momentos—. Decían que nació con tanta hambre que el pecho de su madre no era suficiente para hacerla dejar de llorar. Mi tío le puso ese nombre "Shokue", con el kanji "hambre".
—Como inanición —habla por fin Satoru, se ve molesto, irritado. Haciendo un puchero en su asiento y de brazos cruzados como el niño malcriado que es.
Suguru ríe, burlesco.
—Como inanición —concuerda, asintiendo—. Shokue siempre se está muriendo de hambre, y lo único que puede llenarla son maldiciones.
—Suena más a una maldición que a una técnica —gruñe el albino.
—Lo es.
—¿Ah?
—Shokue está maldecida, desde que nació. La maldijo mi tío al concebirla, porque querían un varón que pudiera ser mejor que yo, el varón que acababa de tener mi padre. La maldijo con hambre de poder.
—Hambre de poder —repite Shoko.
—La maldición reside en su estómago, así que no se puede exorcizar sin matarla.
—¿El colegio lo sabe? —murmura Satoru, levantando por fin la mirada.
—Si el colegio lo supiera quizás la maten —suspira, desviando la mirada—. Por favor no se lo digan a nadie, es un secreto que compartimos Shokue y yo.
—Te preocupas mucho por tu prima, Geto-kun —sonríe Shoko—. Es hasta un poco raro, ¿no?
—Shokue es como una hermana para mí. Nuestros padres son gemelos y nosotros somos idénticos, además hemos crecido juntos. Somos... Muy cercanos.
—¿A qué quieres llegar con esto —masculle Satoru, rodando los ojos.
—¿Quién sabe? Quizás ella y yo sí somos hermanos —ríe. Se ha acabado su café y aplasta la lata entre manos.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"