3. Negociación.

1.3K 205 22
                                    

Después de interminables discusiones y un par de dificultades técnicas, el duo de Geto Shokue y Gojo Satoru han llegado a su destino. A la entrada del Colegio eran esperados por Suguru y Shoko, quienes están hablando entre ellos cuando los escuchan llegar, al girar a recibirlos intentan aguantarse las ganas de reír.

Se ven jodidos, tienen los uniformes rasgados en las rodillas, las piernas y los brazos, van despeinados, con hojas y ramitas entre el cabello, llenos de tierra y polvo en el rostro.

—¿Qué les pasó? —pregunta Shoko, tose para disimular la risa. Sabe que si Suguru intentara preguntar va a estallar a carcajadas.

—Nos encontramos una maldición —responde Shokue, que no encuentra la gracia en la situación—. Una pequeña, por suerte. Veníamos corriendo y nos sujetó las piernas. Nos arrastró por el bosque como por quince minutos.

—¿Y qué pasó con la maldición? —sigue preguntando, la respuesta no ha ayudado en nada a su acompañante, quien les da la espalda sintiendo que se está quedando sin aire.

—Shokue se la comió —responde Satoru, cruzado de brazos.

Suguru por fin estalla en risas, fuertes carcajadas que solo lastiman más el ego de los recién llegados. A él se une Shoko, quien se ríe solo un poco menos fuerte.

Suguruuuuuuuuu —reclaman Satoru y Shokue a la vez, alargando su nombre en una queja infantil. Ambos se acercan a la vez y se aferran a su uniforme, sacudiéndolo al mismo tiempo.

—Lo siento, lo siento —se disculpa entre risas, se ha reído tanto que sus mejillas se han colorado—, pero deben admitir que es un poco divertido.

—¡No lo es! —acusan, señalándolo.

—¡Tú también, Shoko! —reclama Satoru, y señala a su amiga.

—Lo siento, a mí me pareció muy gracioso —admite sonriendo—. ¿Qué es eso de que Shokue se comió la maldición? ¿Es que la devoraste, Shokue-chan? Como... Ya sabes, ¿devoraste? ¿No dejaste ni migajas?

—La comí —aclara, y su rostro de seriedad hace que las risas de la muchacha disminuyan un poco.

—¿Ah?

—Me comí la maldición.

—Ah, claro, como Geto-kun, ¿no? ¿Tienes esa misma habilidad de volverlas bolitas y tragarlas?

—No, no la tengo.

—¿Ah...? —inclina la cabeza hacia un lado, más confundida que nunca.

—La comió —insiste Satoru—. La vi hacerlo. Era un pulpo, y cuando nos soltó ella lo sujetó con una mano y se lo comió. Sorbió los tentáculos y todo.

—¿Ah? —todavía no entendía.

—Shokue puede comer y usar maldiciones también —intenta aclarar Suguru, limpiando las lágrimas a los borde sus ojos—, no absorber. Comer.

Shoko abre mucho los ojos, paseando su mirada entre los tres presentes.

—¿Ah?

—¡Ya lo entendiste! —acusa Satoru.

—Entonces... Entonces esa amenaza de comernos...

—No voy a comerlos —asegura Shokue, negando con la cabeza—, no lo haré, era una broma nada más.

—Fue asqueroso —la interrumpe Satoru, rodando los ojos y sacando la lengua—. ¡Asqueroso! ¡Es una salvaje! ¡No quiero verlo nunca más!

—Ciertamente no es placentero de ver —concuerda Shokue, asintiendo, que está acostumbrada a comentarios de ese estilo e incluso peores. 

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora