Shokue camina tranquila mientras truena las canicas. "Tak, tak". Se pregunta si está caminando en la dirección correcta, y se pregunta si existe algún mecanismo para medir los veinte metros que necesita andar, el bosque es más grande de lo que uno pensaría de buenas a primeras, no quisiera pasar ahí por mucho tiempo, sabiendo que tarde o temprano será incapaz de ignorar su hambre.
Sí, ahora que lo piensa...
Tiene hambre, mucha hambre.
Esa mañana había desayunado unos pancakes que le preparó Suguru antes de que tuvieran que irse a clases, pero habían olvidado comprar la miel así que solo comieron la masa, simplona, pero suavecita y esponjosa. Había quedado con antojos de algo dulce.
Se pregunta si esas abejas sabrán a miel.
Se lame los labios ante la simple idea.
Cuando devuelve sus pensamientos a la realidad el zumbido de los espíritus malditos parece estar en todos lados, y en cuestión de uno o dos minutos es tan fuerte que ni siquiera puede escuchar el "tak, tak" de su juguete, a penas puede pensar con claridad por culpa de lo que parece ser nada más que ruido blanco; pero por fin tiene el panal delante suyo, se han apoderado en su totalidad de un árbol que le dobla el tamaño, las abejas que entran y salen tienen un diámetro igual a su cabeza, son enormes.
Va a darse un festín con esas criaturas.
Hace girar su tronador en su mano y lo arroja cual bola de baseball, abriendo un agujero bastante grande en el panal. Las abejas no tardan en reaccionar a la amenaza, y un enjambre vuela hacia ella.
—Tak, tak.
El juguete que había arrojado al panal sale volando de regreso a ella, dando vueltas cual hélices de helicópteros. Corta la mayoría de abejas a la mitad, dejando en pie a unas pocas. Sujeta una de las abejas entre sus manos mientras se aleja de las otras, y sin pensarlo demasiado acaba con ella.
Saben a miel con sal.
Individualmente son demasiado débiles, no logran saciarla.
Quiere comer más.
Comerlas a todas.
Logra acabar con el resto de abejas que habían salido a atacarla, y cuando ha terminado con el primer enjambre vuelve a arrojar el tronador para abrir otro hueco. Las abejas no son rápidas, puede esquivarlas con mucha facilidad. Imita el movimiento de romper más el panal, una y otra vez, una y otra vez. Acaba con ellas muy rápido, son tan débiles que incluso la molesta, siente que no son suficiente para llenarla. El ataque que intentaba mantener controlado con tal de no lastimarse innecesariamente no le parece eficiente, impaciente tira su tronador al suelo y nada más destroza la fachada del panal con sus propias manos, las abejas que intentan defender su hogar encuentran su fin ante lo que parecen ser las fauces de una bestia imparable, y un par de ellas incluso intentan retroceder al notar los cuerpos que caen en los restos de su escondite, pero ninguna es capaz de huir de su cazadora.
Un último golpe acaba por fin con el panal, ya no hay abejas que la molesten.
Entre jadeos ve al cielo, descubriendo que la barrera sigue ahí, lo que significa que sus dos compañeros todavía no acaban su parte del trabajo, ¿debería ayudarlos? Sí, definitivamente debería hacerlo, todavía tiene hambre, mucha hambre, está segura que puede acabar con cien abejas más por su cuenta y no llenarse, sería una lástima dejar que Nanami y Haibara las asesinaran y que sus cuerpos fueron desperdiciados.
Camina a la entrada del bosque, donde Nanami corta con su arma cual cuchillo de carnicero a la última abeja. El panal de él también está destruido.
—La cortina sigue en pie —señala Shokue, apuntando al cielo—. ¿Haibara-kun estará en problemas?

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Hambre ;; JJK
Fantasia"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"