Después de un viaje de media hora, por fin llegan al lugar donde aguarda la maldición. Es un edificio abandonado, no parece tener nada en especial, pero ella siente con claridad la energía que emana desde el interior.
—Shokue —llama Satoru. En cuanto capta su atención le sonríe, mostrando todos sus dientes—, vamos a cubrir el lugar con una cortina. Si tienes problemas grita nuestros nombres y te salvaremos, ¿sí?
—Eh, ¿desde cuándo me hablas con tanto cariño? —masculle, entrecerrando los ojos y señalándolo— No me genera confianza.
El más alto mantiene su amplia sonrisa, demasiado cálida, demasiado genuina, demasiado auténtica.
—¡Me estás asustando!
—Ignóralo, Shokue —suspira Suguru, sujetando los hombros de su prima—. Es una maldición de primer grado, es menos fuerte que la que enfrentaste en la estación. Sé que estarás bien.
—¡Sí! Iré y volveré como si nada.
—¡Suerte!
—¡Gracias!
Satoru coloca la cortina para cubrir el centro comercial, y Shokue ingresa por su cuenta, preparada para cualquier cosa mientras hace sonar el "tak tak" de su juguete. ¿Qué tipo de maldición será? ¿Grande? ¿Pequeña? Debe ser poderosa, mientras se acerca al edificio siente la energía aumentar más y más. Le recuerda al constante sonido en aumento del zumbido de las abejas en su primera misión...
¿Cómo estarán Nanami y Haibara?
Al ingresar al centro comercial le llega un pensamiento contundente.
Ahora que es fuerte no podría perdonarse si esos dos salen lastimados...
La maldición se hace presente, es una araña enorme que cae desde el tercer piso. Tiene colmillos gigantes, es rodeada de arañas más pequeñas que salen de las grietas en las paredes del edificio.
La criatura no duda en tirarse hacia ella, su rostro es monstruoso, tiene cientos de ojos amontonados en su cabeza. Eleva las patas y sacude sus colmillos. Las arañas más pequeñas se arrojan detrás de la más grande, atacando sus pies y sus piernas. Aunque se había vuelto más rápida, es muy diferente esquivar los ataques de sus compañeros a esquivar los ataques de una bestia enorme de ocho patas, la araña la derriba.
Shokue maldice e intenta alejar su rostro de la boca de la araña más grande. Se sacude para sacarse las más pequeñas de encima, sintiendo que han empezado a cubrirla de hilos.
Estaba pensando en que debía proteger a sus amigos, pero la verdad es que no era ni lo suficientemente fuerte para protegerse a sí misma. ¿Por qué la habían ascendido? ¿Por qué la habían mandado en ese lugar? Son las preguntas que vagan en su mente mientras la gigantesca araña acerca su boca a su rostro. Su aliento huele a sangre y azufre.
Sus alrededores se veían borrosos, no se sentía capaz de ponerse de pie, ¿moriría?
No.
No podía morir en un lugar así.
Se rehusaba.
Fuera del edificio, Satoru y Suguru estaban sentados en la grama. Verde, alta a causa de la falta de mantenimiento del lugar. Es un día soleado, el viento se siente fresco al golpear sus rostros.
—No creí decirlo, pero me alegra haber venido a esta misión con Shokue —anuncia Satoru, sentado al lado de Suguru, que descansa acostado con las manos en la nuca.
—¿Sí? —ríe, cuando abre los ojos se encuentra al albino muy cerca de él, lo que solo lo hace sonreír con más ganas.
—Cada vez que venimos a misiones debo estar salvando tu culo, ¡pero esto se siente como una vacación!
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Hambre ;; JJK
Fantasia"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"