El primer día de clases empieza temprano para nuestra protagonista, el sol ni siquiera ha salido cuando ella ya está en las duchas, acicalándose para lo que seguro será un largo día.
Cuando Shokue llega al salón espera encontrarse con al menos una docena de chamanes que serán sus compañeros todo el año, igual o más emocionados que ella por emprender en el oficio. Se llena los pulmones de aire y se aferra con fuerza al agarradero de su mochila, dispuesta a causar una buena primera impresión ante todas las caras nuevas. Para su sorpresa, no hay ni doce caras nuevas, solo dos muchachos más o menos de su edad. En el salón ni siquiera hay un profesor, y todos los pupitres reposan al fondo.
—¡Buenos días! —la saluda uno de los dos jóvenes, el de cabello negro con corte de honguito— ¡Mi nombre es Haibara Yū!
—¡Un gusto! —responde, ofreciendo una reverencia. Sean doscientos, doce o dos, aún quiere causar una buena impresión— ¡Yo soy Geto Shokue!
—¿Geto?
—Geto Shokue —repite, asintiendo y devolviendo la sonrisa que le es ofrecida desde que ingresó.
—Geto, ¿como uno de los dos chamanes más fuertes?
—Bueno, mi abuela cazaba maldiciones en mi pueblo, pero dicen que no era tan poderosa.
—No, yo decía... Ah, espera, ¡Nanami! ¡Deberías presentarte!
—¿Uhm? —el muchacho rubio no se ve muy interesado en ella, estaba más concentrado en ver lo que sea que hay por la ventana— Mi nombre es Nanami Kento, eso es todo.
—Encantada —dice, y también se inclina en una reverencia hacia él—. ¿Dónde está el resto de nuestros compañeros?
—No hay más compañeros —responde el rubio, exhala su respuesta, como un suspiro de aburrimiento—. Cada salón solo tiene dos o tres estudiantes... Cuatro si tienen suerte.
—Pero dicen que es raro que más de dos lleguen a la graduación —agrega Haibara—, ¡vamos a hacer una excepción, Shokue-san! —su emoción y el volumen de su voz la exaltan un poco, pero ante su positivismo no tiene de otra más que sonreír mucho y asentir, contagiada de su entusiasmo.
—¡Sí! ¡Vamos a graduarnos todos!
—Son tan ruidosos —se lamenta Kento, arrugando la nariz.
—Deberíamos hablar de nuestras técnicas —sugiere el alegre muchacho, ignorando el comentario del otro—, así podremos trabajar juntos de manera más eficiente, ¿no creen?
—¡Sí! —concuerda ella— Mi familia llama a mi técnica "manipulación de espíritus malditos", puedo comer maldiciones y después invocarlos.
—¿Comer? —repite Kento.
—¡Entonces si eres su familiar! ¡Familiar de uno de los más fuertes! —señala Haibara.
—¿De quién hablas? —¿era posible que su abuela les hubiera mentido, a ella y a Suguru, toda su vida? ¿Era posible que la familia ya tuviera un puesto en la sociedad y no necesitaran morirse para conseguir uno?
—¡Geto Suguru y Gojo Satoru! Son actualmente los estudiantes más fuertes del colegio, ¿no lo sabías? ¿Acaso eres una especie de hija ilegítima de los Geto?
—Soy prima de Suguru, pero no sabía que él era tan popular.
—¡Lo es! La gente tiene grandes expectativas en él. Con una técnica como la tuya seguro te volverás popular también.
Shokue piensa unos momentos en tal cosa. A diferencia de Suguru su técnica es muy aparatosa y hasta asquerosa, si se vuelve popular seguramente será por las razones equivocadas. Además, ¿popular con quién? Si lo que le dijeron al entrar era cierto, en el colegio no debería haber más de 9 estudiantes.
—Ya veo —suspira, torciendo los labios—. Bueno, si mi primo es tan popular entonces mi única opción es superarlo, ¿cierto? ¡Hay que volvernos los más fuertes, Haibara-kun, Nanami-kun!
—¡Sí!
—A mí me da igual —masculle Nanami—. Mi técnica divide al enemigo en diez secciones, la tercera es su punto débil. Los ataco con mi arma maldita y eso es todo.
—¡Genial! —halaga Shokue.
—No es para tanto.
—Yo golpeo muy fuerte —dice Haibara, sonriendo ampliamente.
—¡Conveniente!
—¡Lo es!
La puerta del salón se abre, dejando entrar a un hombre con gafas.
—Yo soy Yaga Masamichi —habla sin siquiera saludar—, soy su instructor a medio tiempo porque la profesora que iba a darles clases acaba de renunciar. Intentaré estar con ustedes el mayor tiempo posible, los tres de segundo año ya son lo suficientemente independientes. Vamos.
Sin dejarlos responder regresa por dónde llegó, esperando que lo siguieran. Así hicieron los tres.
—¿A dónde vamos? —pregunta Shokue mientras andan a prisas detrás del profesor.
—Su primera misión. Necesito saber con qué estoy trabajando. Necesito saber si tienen madera para esto de ser chamanes. En especial tú, Geto Shokue.
—¿Yo? —y confundida se señala a sí misma, como si hubiera alguien más que compartiera su nombre.
—Tienes grandes expectativas que superar.
No le gustaba tener tanta presión en sus hombros, ¡la ponía nerviosa! Y era terrible trabajando cuando estaba muy nerviosa.
Un chófer del Colegio los lleva en auto hasta el límite de la ciudad, un viaje de treinta minutos dónde Shokue jugaba con su tronador ante la mirada atenta de Haibara. Al salir del auto él le pide que le preste el artefacto para intentarlo, pero al momento de sujetarlo en un puño e intentar hacerlas chocar la cuerda se enreda en sí misma y las canicas le golpean la mano, haciéndolo lloriquear.
—Hay una maldición de cuarto grado en este lugar —anuncia Yaga—. Abejas. La gente reporta llegar a la entrada del bosque y empezar a sentir picazón inexplicable, hay un par de personas que incluso se desmayan. La picadura de las abejas no es mortal, solo molesta, el mayor desafío aquí es que siempre atacan en grupo. Además hay tres panales en el bosque, uno para cada uno. Uno está al centro del bosque, quizás a veinte metros de profundidad, los otros dos están en la entrada y la salida del bosque.
—No suena mal —sonríe Haibara.
—Debería ser fácil —afirma su profesor—. Voy a observarlos desde aquí. Si tienen problemas solo griten. Voy a levantar una barrera para que las maldiciones se muestren. En cuanto hayan acabado con ellas se caerá y los dejará salir. Son maldiciones sencillas, ¡no la caguen!
—¡Sí, señor! —responden Yū y Shokue, Kento solo asiente.
Una cortina oscura se levanta alrededor de ellos y el bosque, dejándolos aislados.
—Iré a buscar el que está al centro del bosque —anuncia Shokue, sin dejar de sonar el "tak tak" de su juguete—. Si me pierdo puedo usar mi técnica para regresar. Uno de ustedes debería rodear el bosque para llegar al panal que está al fondo.
—¿Por qué de pronto nos estás dando órdenes? —murmura Nanami, arrugando la nariz.
—¡¿Ah?! —exclama, y se sonroja, avergonzada ante la repentina acusación. Niega varias veces, sacudiendo sus manos y su cabeza. No quería verse como una mandona— No, no. No son órdenes. Es una sugerencia. Nanami-kun, Haibara-kun, si tienen una idea diferente voy a escucharlos, lo siento mucho.
—No, no —ríe Haibara, negando y sujetándole el brazo como intentando consolarla—. No te preocupes, Shokue-san. Yo iré por el panal al fondo del bosque.
—Entonces yo pelearé el de la entrada —suspira el rubio, desviando la mirada.
—¡Muy bien! ¡Mucha suerte!
...
NUEVA NOTA!
No tengo mucho que decir sobre este capítulo, su título lo dice todo, es solo un capítulo de presentación para el trío de alumnos de primer año. Un paralelismo a todos los tríos de primer año que hemos conocido por parte de Gege.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"