Esa tarde Shokue almorzaba sola. Le gustaba compartir tiempo con los estudiantes, pero a veces le gustaba tomar un poco de espacio para no tener que pensar en la percepción de otros sobre ella.
—Shokue...
La repentina presencia de Fushiguro Megumi le causa un pequeño sobresalto. Es difícil tomarla por sorpresa, pero es sabido por Fushiguro que cuando come baja mucho sus defensas.
—No te sentí llegar —admite, viéndolo directo a los ojos. Siempre se esfuerza por encararlo, es la persona a la que más ve a los ojos, no entiende por qué.
El muchacho se sienta a su lado con su propia comida.
Megumi es un caso muy curioso, su energía maldita es abundante pero su hambre es poca, un tipo de hambre que Shokue no ha podido identificar, que a veces es saciada y lo vuelve imperceptible para Ue. Quisiera preguntarle, pero no encuentra palabras para describir tal cosa, después de todo es la única con una habilidad de ese estilo.
—No quiero comer el pimiento rojo —anuncia, tomando cada trozo del vegetal entre sus palillos para colocarlo en el plato de ella.
—Eh, no me molestaba quitarlo de tu plato cuando tenías como 7 años, pero ahora ya tienes 15, deberías ser menos quisquilloso con la comida.
—Imposible. No me gusta.
—Eh —suspira, desviando la mirada y arrugando la nariz—. Satoru tiene razón, es mi culpa por haberte consentido con tanta comida chatarra —resignada acerca su plato a él—. Dame el pimiento rojo.
—Gracias —y sin dudarlo transfiere todas las piezas del vegetal al plato de la mayor. Shokue es amante de la comida chatarra, instantánea y barata, por lo que no era sorprendente que su almuerzo fuera un bento de la tienda de conveniencia más cercana. Arroz, tofu, huevo, vegetales y pollo. Le gustaba mucho el pollo, lo comía cada vez que tenía la oportunidad.
—¿Has ido a ver a tu hermana estos días, Megumi? —pregunta mientras toma un trozo de su proteína, lo sumerge en soya y lo lleva a su boca. Una gota de la salsa negra chorrea de la comisura de su labio, una ocurrencia común gracias a la forma de su cicatriz, ella se limpia con el pulgar.
—Tsumiki está bien —responde, usando toda su atención en su propio plato. Si se enfoca en la manera de comer de la mayor sentirá asco y ya no querrá almorzar con ella—. Tan bien como siempre.
—¿Tú cómo te sientes?
—Ya sabes... Tan bien como siempre.
A pesar de intentar no prestarle atención su ruidosa manera de masticar lo hace imposible. Aún masticando el pollo se lleva la mitad del huevo hervido bien cubierto en soya a la boca, la salsa le mancha los labios y ella se limpia con el dedo índice. Acaba de notar que tiene rastros de esmalte rosa en las uñas, parece que no se las ha despintado desde diciembre del año pasado.
Además, por primera vez en años, en el dedo anular de su mano izquierda lleva puesto el anillo a juego con el de Satoru.
—Shokue, ¿podrías entrenar conmigo? —pregunta por fin, revelando la razón de su pequeña reunión.
—Claro —responde con la boca llena, haciendo a Megumi arrugar la nariz con asco—. Entrenaremos cuando termine de comer —por fin traga y se limpia los labios con el pulgar—. ¿Quieres entrenar tu técnica, tu manejo de energía, o tu capacidad física?
—Todo.
—Eh... Eso es nuevo. Tú no sueles disfrutar de entrenar.
—Itadori Yuuji se está volviendo muy fuerte, y me rehúso a quedarme atrás de su nivel. Por favor, entrena conmigo, Shokue.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"