Hace años, por allá del 2007, Geto Shokue tuvo su propio evento de intercambio con la escuela de Kioto. Y aunque en ese entonces Geto Suguru todavía no era un asesino, Haibara Yuu ya tenía un par de meses de haber muerto, y ella cada día se sentía más miserable, como si cada día cayera más y más profundo en un agujero sin fondo.
No tenía energías para hablar, no quería levantarse de la cama y varias veces eran las muñecas de Yaga quienes irrumpían su habitación y la arrastraban al baño para obligarla a prepararse para su día. Esa mañana había sido una de esas, después de arrastrarla habían ido tras Suguru para que le lavara el cabello y la ayudara a vestirse, de no ser por eso ella seguiría tendida en cama lamentándose en silencio y a solas, llorando de hambre mientras se abrazaba a su peluche en forma de panda.
—Intercambio —gruñó, apoyada en el hombro de Suguru mientras iban en el autobús de camino a Kioto—, ¿por...?
—Le permite a los chamanes jóvenes que no tienen conexiones ser notados por chamanes más fuertes —respondió Satoru, apoyado en el otro hombro de Suguru, viendo la pantalla de su celular mientras juega al "snake", intentando superar la puntuación de su mejor amigo—. Tú no lo necesitas, quizás puedas dormir, te ves terrible.
—Bien.
—Ninguno va a dormir —interrumpió Yaga Masamichi—. Shokue, estar cansada no es excusa, ¡debes dar todo de ti!
—Si Shokue da todo de ella mataría a los alumnos de Kioto —señaló Nanami, sentado en los asientos delante de los otros tres, viendo por la ventana.
—No tiene ni que pelear —rio Shoko, sentada al lado del rubio, pasando la página de su libro de medicina—, los mataría del miedo si diera todo de ella. ¡Nos mataría a nosotros también!
—Lo haría, ¿no? —rió Satoru, asintiendo, todavía con su atención pegada al dispositivo móvil— A veces ni siquiera yo soy capaz de soportar esas descargas suyas de energía, ¡apuesto que los de Kioto mojarán los pantalones!
—Satoru —suspiró Suguru, rodando los ojos. Él no se veía ni estaba mejor que Shokue, pero se decía a sí mismo que alguien debía apoyarla. Cuidar de ella lo ayudaba a mantenerse distraído.
—Haz lo que quieras hacer, Shokue —dijo el albino, regresando el celular a Suguru después de superarlo sin complicación alguna. Sacó un dulce de su pantalón y lo llevó a su boca, había estado comiendo muchos últimamente—. El año pasado solo nos ganaron porque tenían una técnica que ponía a dormir a los oponentes, ¡pero tú eres imparable!
—Estoy hambrienta —gruñó, escondiendo su rostro en el brazo de su primo. Satoru frunció el ceño al ser ignorado.
—Te traje comida —anunció Nanami, abriendo su pequeña maleta para sacar un sándwich de la tienda de conveniencia. Lo elevó sobre su cabeza para que Suguru lo tomara y se lo diera a su amiga.
Desde que Haibara no estaba, ella salía del colegio muy temprano y regresaba muy tarde, de no ser por la presencia de Nanami quien todavía la esperaba, a solas, en la entrada todos los días también olvidaría comer; a veces el rubio sacrificaba su propio sueño con tal de asegurarse que Shokue se alimentara apropiadamente, ella renegaba y decía que todo sabía horrible, pero él era insistente y no se marchaba hasta verla completar su cena, si tenía suerte la encontraba en la mañana y también la obligaba a desayunar antes de partir a su misión. Suguru se lo agradecía cada vez que tenía la oportunidad.
Su llegada a Kioto fue tan caótica como habían predicho sus compañeros.
Shokue iba caminando a espaldas de Suguru, casi siendo cargada por él, para cuando llegó a la entrada todos los alumnos estaban temblando, una de las muchachas incluso lloraba, cubriendo su boca para tratar inútilmente esconder sus sollozos.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"