56.5. Electricidad.

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Su estadía en Kagoshima fue miserable, por lo que agradecía la llamada de Hakari Kinji e Itadori Yuuji para reportarse en sus respectivas colonias. El mensaje de Itadori había sido pasado a través de Ui Ui, hermano menor de Mei Mei, así que no debía ser urgente. Hakari en cambio la había "invocado" a través del útero maldito en forma de ratón que debía usarse sólo para emergencias, por lo que no dudó dos segundos en hacer acto de presencia lo más pronto posible.

Como se explicó en capítulos pasados, la relación simbiótica que mantenía con Ue, permite a Shokue anular completamente su energía maldita de manera temporal, un tipo de restricción celestial artificial que podía durar unos cuantos minutos. Tal habilidad le posibilita atravesar las colonias una tras otra sin dificultad, y alternar esto con un poco de energía maldita la hizo llegar a la colonia 1 en Tokio en sus usuales quince minutos.

—¿Me llamaste, Hakari? —detiene su paso delante del alumno de tercer año, sin camisa, regenerando su brazo. Su hambre y su energía son fáciles de rastrear, ese hambre de la emoción de las apuestas bastante común en hombres mayores y esa energía maldita contundente como un bate con clavos son imposibles de pasar desapercibidas— ¿Perdiste?

—¿A quién cree que le habla? —ríe, fanfarrón— Yo nunca pierdo.

—¿Por qué me llamaste entonces?

—Hay un tipo por allá, por el puerto, que dice querer pelear con un oponente más fuerte que él —comenta entre risas, regenerarse es cuestión de gracia para él, porque al final solo necesita un jackpot y estará como si nada de nuevo, pero Shokue no puede evitar afligirse—. Le dije que lo llevaríamos con Sukuna si le ganaba. Ya le aposté una buena cantidad, Shokue-sama, no me decepcione.

—Eh, ¿eres mi representante o algo? —suspira, desviando la mirada y sujetando la parte plana de la espada en su hombro— Si no es el ángel no tengo interés en él. Estás bien, ¿no es así? Déjalo ir y que mate a quien quiera, me da igual. Itadori y Megumi también están esperando por mí.

—Aposté que diría eso —acusa con esa amplia sonrisa fanfarrona que tanto le gusta a Kirara—, y sé que no quiere pelear con el tipo que me hizo esto, pero estoy seguro que muere por asesinar al tipo que mató a Panda.

Sus palabras por fin captan su atención.

Sus ojos se abren grandes como platos, y abandona la visión del cielo para ver al alumno. Las pupilas le tiemblan, sus manos se cierran en puños. La atmósfera a su alrededor es diferente a la de hace solo un segundo.

—Intenté matarlo yo mismo —asegura, elevando su única mano en señal de paz, tratando de ocultar los escalofríos que esa profunda mirada vacía le ha causado—, pero, como puede imaginar, es un hijo de puta resistente.

—¿Panda está muerto?

De debajo de la banca patea la cabeza del cadáver maldito.

La felpa de su interior cae mientras rueda, hasta que su hocico golpea el pie descalzo de la más temible.

—Este tipo —murmura, viendo fijamente los restos del cadáver—, ¿quién es?

—Kashimo Hajime se llama —responde, demasiado tranquilo e indiferente para gusto de la mayor—. Lo convencí de usar sus puntos, así que no tiene de qué preocuparse. Ya no tiene uso para nosotros. Puede devorarlo.

—Volveré con su cabeza —vocifera, fría, severa, tomando camino.

Hakari ríe viéndola marcharse.

—¿No fue eso muy cruel? —murmura un pequeño Panda que asoma de su espalda, subiendo a la banca para sentarse en la pierna de su superior. Es un cadáver maldito, creado de un peluche de felpa, no crece como un panda de carne y hueso, ese cuerpo anterior se lo había armado Masamichi para que pudiera pelear, pero su cuerpo actual, pequeño y adorable, era el mismo que tenía cuando apenas fue creado. Con el suficiente espacio para contener un solo núcleo.

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora