—Satoru fue sellado —repite Nanami al reunirse con Itadori Yuuji. Sujeta entre manos un pequeño comunicador infundido en la energía maldita de Mechamaru, un alumno de Kioto—, ¿qué hay de Shokue? ¿Cómo está ella?
—La perdí de vista después que destruyeran el comunicador en la estación —responde el artefacto—, pero estaba peleando contra los cuatro antes de eso.
—¿Deberíamos llamarla? —cuestiona Itadori, extrayendo de su bolsillo un pequeño shikigami en forma de ratón acurrucado— Me lo dio antes de venir a la misión, dijo que si tenía problemas le jalara la cola y ella vendría.
—Nos dio uno a todos —afirma Megumi, entrecerrando los ojos y sacando el suyo de su bolsillo—. Siempre lo hace cuando se trata de misiones grandes. Es un shikigami que al gritar le permite saber nuestra ubicación y activa una técnica que la hace avanzar más rápido hacia nosotros.
—Ya veo —murmura, viendo el pequeño shikigami, es un poco tierno—, ¿la llamo? No... ¿La invoco?
—No, no hay que llamarla —sentencia Nanami, se cubre la boca con una mano, frunciendo los labios, incapaz de ocultar su aflicción—. Ahora está peleando con esos que sellaron a Gojo-san, si la llamamos los volverá a ustedes su prioridad y entonces quizás perdamos todas las posibilidades de liberarlo —frunce el ceño, pensando en todas las posibilidades—. Ino...
—¡Sí! —exclama el muchacho.
—Kusakabe y el supremo primer grado Zen'in deberían estar dentro de la cortina, si te los encuentras explica la situación y pide su ayuda.
—¡Entiendo!
—Además, dejo a estos dos bajo tu cuidado.
—¡De acuerdo!
No quería preocupar a los alumnos, por lo que no les dijo la verdad a pesar de odiar mentir.
En realidad no quería llamar a Shokue por lo peligroso que podía ser para todos ellos.
Shokue no iba sola a sus misiones porque fuera fuerte o porque fuera invencible o cualquiera de esas tonterías.
Iba sola porque al pelear era una fuerza imparable.
Y lastimaba incluso a los aliados que se le pusieran en frente.
Mientras pelea contra el rubio de coleta y marcas en la cara que ha estado lastimando a los asistentes presentes en la misión, recuerda lo brutal que Shokue se volvió después de la muerte de Haibara, lo violenta y agresiva que era en contra de sus oponentes. No deja de pensar en como de un día a otro se volvió "la más temible" incluso antes de recibir en título en la consciencia colectiva, como regresaba de sus misiones y todos los asistentes y alumnos nuevos se quitaban de su camino al verla avanzar como el alma en pena que se había vuelto.
Personalmente, él nunca sintió ningún tipo de miedo hacia ella, pero mientras busca a sus aliados en el metro recuerda la vez que estuvo en un juicio con los altos mandos porque le cortó la mano a un asistente que había intentado detenerla cuando ella atacó al objetivo equivocado.
Por lo que cuando Shokue irrumpió el dominio de Dagon, la maldición del mar que lo había atrapado a él, Zen'in Naobito y Zen'in Maki, no se sintió realmente aliviado.
El brillo en sus ojos tampoco le pareció buena señal.
Y cuando Shokue giró a verlo supo que haría pagar a la maldición por haberle quitado el ojo.
—¡Tú! —la criatura en forma de pulpo la llama para encararla, ella solo gira un poco el rostro, como si lo viera de reojo a pesar que permanece con la mirada clavada en la ilusión de un cielo despejado— ¡Tú eres la asesina de Hanami!
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"