36. Grande.

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Su tipo de hombre.

Sí, no había duda, era aprendiz de Tsukumo Yuki. La misma Tsukumo le hizo esa pregunta hace años cuando se encontraron por primera vez, cuando le preguntó cómo fue pelear contra la única persona con restricción celestial conocida hasta ese momento.

Se llenan los pulmones de aire y se saca el obi que lleva a la cintura, dejándolo caer al suelo, se echa el cabello hacia atrás para que ningún mechón le caiga al rostro. Se sujeta el vestido, por las mangas de campana saca un brazo primero, y después el otro, baja la parte superior y se la ata a la cintura, dejando expuesto su torso.

Los ojos de Todo Aoi se abren con sorpresa.

Sus pechos están cubiertos por un sostén deportivo, pero su trabajado abdomen está totalmente al aire.

Una mujer alta.

Y tetona.

—Amo a los hombres altos, fuertes... y un poco tontos.

¡Esa mujer...!

¡Definitivamente era el amor de su vida!

Una premonición reordena sus pensamientos y le causa escalofríos.

—¡Aoi-chan! —la mujer con mirada de zorro lo espera en el altar, vestida toda de blanco y con un gran escote que hace resaltar su enorme pecho. A simple vista asume que debe ser al menos copa G.

—Mi amada —dice él, que va en traje. Se coloca delante suyo y le sujeta las manos—, este es nuestro destino.

A sus espaldas su mejor amigo, Itadori Yuuji, llora de alegría.

—Lo descompuso —murmura el verdadero Itadori, viendo que Todo ha quedado perdido en sus pensamientos.

—Yo te enseñaré a usar "black flash" después de esta pelea —anuncia ella, sujetándolo del hombro y viéndolo fijamente, directo a los ojos—, sé que estás ansioso por ser fuerte, pero ahora no hay necesidad de preocupar a tus amigos cuando apenas has vuelto a reencontrarte con ellos.

—Pero yo...

—Un día serás mejor y más fuerte que yo, y serás tú quien los proteja a todos, pero por ahora déjame encargarme.

Frunce los labios y aprieta sus manos en puños. No le gusta ser subestimado, pero la genuina preocupación de Shokue logra moverlo.

—Bien —accede por fin, asintiendo—. Por favor, tenga cuidado.

—Soy invencible —asegura, ofreciéndole una suave sonrisa y despeinando su corto cabello. Es la primera vez que la ve sonreír, le sorprende descubrir que si es capaz de expresar emociones—. Llévate a tu hermano de aquí, y cuida bien de Megumi por mí.

—¡Sí!

Itadori y Todo se retiran de la escena, dejándola sola contra la maldición de ramas por ojos, quien apenas se recupera del golpe inicial que le dieron los hermanos. Si esos dos no se hubieran metido en su camino la habría podido exorcizar hace un rato, pero no hay de otra.

—¿Siempre estuviste desnuda? —pregunta la maldición. Al hablar no entiende lo que dice, pero por alguna razón sus palabras se reproducen en su mente. Es terrible.

—A los tipos grandotes le gustan los atributos grandotes —responde, escupiendo su shikigami de almacenamiento para que le escupa su lanza invertida celestial—, un truquito sucio que podemos usar las chamanes a nuestro favor —arroja su espada al cielo, bien alto—. Como sea, te voy a exorcizar.

—Escúchame, humana, yo tengo un solo propósito —extiende su único brazo al cielo, dirigiendo su rostro en esta misma dirección—, ¡la exterminación de los humanos! ¡Su tiempo en esta tierra se ha acabado! ¡Nosotros...!

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora