Pronto se cumplieron dos semanas en el colegio, el tiempo pasaba rápido cuando se tenía una rutina tan repetitiva. En la mañana tenían clases comunes y en las tardes Yaga llegaba al salón para llevarlos a una misión.
Ese viernes en la tarde tenían libre, y Shokue solo veía a Nanami y Haibara entrenar juntos, sus técnicas se complementaban muy bien así que solían practicar mientras ella mejoraba su condición física por su cuenta... O eso decía hacer, pero cada que sus compañeros giraban a verla se la encontraban tirada en el suelo, con las manos en la cabeza, viendo al cielo. A veces directamente la descubren dormida, ¡profundamente dormida!
—Geto-san —la llama Nanami—, ¿quieres entrenar conmigo?
—Hoy solo estoy descansando —suspira Shokue, apoyando su rostro en sus rodillas—, no he comido nada así que estoy un poco débil.
—Siempre te encuentras débil, Shokue-san —acusa Haibara, con cierta preocupación en el rostro—. Cuando comes dices que estás llena pero sin energía, y cuando no comes dices que tienes hambre y no puedes pelear.
—Bueno, no puedo hacer nada al respecto —asegura sonriendo de lado y encogiéndose de hombros—. Nanami-kun cuidará de mí, ¿verdad, Nanami-kun?
—Ni loco —masculle el rubio, que solo la percibe como una chica demasiado perezosa.
—¡Qué cruel!
—Además, Shokue-san, siempre usas tu técnica para comer y nunca invocas lo que comes —insiste Haibara—. Si lo hicieras tal como Geto-kun terminaríamos las misiones más rápido.
—Es cierto —concuerda asintiendo—, pero no puedo hacerlo tal como Suguru.
—¿Por qué?
—A saber.
—Shokue-san...
—Tengo mucha hambre —lloriquea, cambiando el tema—. Haibara-kun, cómprame un almuerzo.
—Lo siento, Shokue-san, estoy ahorrando para comprar manga.
—¡Haibara-kun! —lloriquea con más fuerza, de manera infantil— Nanami-kun, cómprame algo.
—No.
—¡Qué cruel!
—De todas formas dices que ese hambre no se quita con comida regular, ¿verdad? —recuerda Haibara.
—No, pero me ayuda a no pensar al respecto.
—Geto-san, si sigues usando la comida para no pensar en cosas vas a acabar en mala condición física —advierte Nanami, severo—. Entrena conmigo.
—¿Y me comprarás un almuerzo, Nanami-kun?
—Si logras darme un golpe te invitaré a comer hamburguesas.
—¡A Haibara-kun también!
—De acuerdo.
—¡Genial! —sonríe, y sus ojos parecen brillar. Estira su cuerpo, Haibara se acerca a ella para darle la mano y ayudarla a ponerse de pie.
La diferencia de altura entre los tres no es mucha, pero Shokue es la más alta. Es tan alta como Suguru, solo un poco más baja que Satoru, con sus intimidantes 1.85 sus amigos siempre debían levantar el rostro para dirigirse a ella.
—Geto-san —habla Nanami, su tono es tan monótono y serio como siempre—, no me contendré —de su maleta saca su cuchilla, apuntándola a la chica delante suyo—, si no te defiendes apropiadamente voy a cortarte las manos.
—Que miedo —sonríe su contrincante mientras se ata su largo cabello negro en un moño alto—. Está bien. Haibara-kun, si algo me pasa será mejor que corras muy rápido a donde sea que esté Ieri Shoko-san.
—¡Estaré listo, Shokue-san! —asegura Yū.
—Perfecto.
Delante de Nanami flexiona las rodillas y coloca sus brazos delante de su cuerpo.
Ella no tiene idea de cómo pelear. Nunca ha peleado cuerpo a cuerpo, y en sus últimas misiones son Nanami y Haibara quienes actúan como una distracción ante las maldiciones para que ella solo se escabulla hacia ellas y las devore; espera poder pretender lo suficiente para que su contrincante no sepa lo patética que es.
Oh, pero Kento lo sabe.
Va a cortarle la mano para enseñarle una lección.
Y así es como Shokue termina en con Ieri Shoko, aguantando sus lágrimas y viendo como su mano cercenada es unida a su brazo gracias a la técnica maldita inversa.
—Quizás fuiste muy duro, Nanami-kun —suspira Shoko—. Por suerte fue un golpe limpio y recuperaron la mano, ya casi acabamos.
—Creí que Geto-san solo estaba escondiendo su potencial —murmura el rubio, no tiene ni un poco de arrepentimiento en el rostro—, quería una pelea limpia y justa.
—Realmente soy débil —se lamenta Shokue, sollozando bajito, la unión de su extremidad ha terminado.
—Solo tienes que practicar más —asegura su curadora, sonriéndole dulcemente—. Tu mano ya está sana, Shokue-chan, quizás la sientas dormida un rato pero ya va a pasar.
—Gracias, Shoko-san —suspira, moviendo de arriba a abajo su muñeca—. Por favor, no se lo digas a Suguru o se preocupará.
—Tu secreto está a salvo conmigo. Nanami-kun, por favor sé más gentil con Shokue, está chiquita.
—Estoy chiquita —concuerda.
—Estás chiquita —suspira Nanami, rodando los ojos. Haibara ríe.
Regresan al campo de entrenamiento, pero en vez de entrenar nada más se acuestan en el pavimento, viendo el atardecer sobre sus cabezas.
—Geto-san —llama Nanami—, eres hermana de Geto Suguru, uno de los chamanes más fuertes del colegio, pero tú fuerza es patética.
—¡¿Eh?! ¿Me cortas la mano y además me dices cosas tan feas? ¡Eres tan cruel! —lloriquea Shokue.
—Si no te haces más fuerte vas a morir. Si tu plan es solo morir quizás no deberías estar aquí.
—¡Nanami! —regaña Haibara, alarmado por palabras tan crueles.
—Mi plan no es morir —sentencia, severa—. Tienes razón, Nanami-kun, soy débil y soy patética, no soy apta para volverme una buena chamán, menos una chamán fuerte como Suguru, ¡la única razón por la que estoy aquí es para saciar mi hambre! —se sienta en su lugar y con una sonrisa señala al rubio— Por todo eso, porque no soy más que una tonta, no vayas a llorar cuando muera salvando personas.
Kento guarda silencio, viendo fijamente a la muchacha sentada al lado suyo.
—Shokue —suspira muy fuerte, irritado por su actitud—, las personas débiles no pueden salvar a nadie, solo estorban.
—Me vas a hacer llorar, Nanami.
Detesta el sentimentalismo.
—No quiero que seas un estorbo para mí y para Haibara-kun, por eso voy a asegurarme de volverte fuerte.
—¡¿Eh?! ¿En serio?
—No lo hago por buena intención ni nada. Es solo una inversión a futuro.
—¡De acuerdo! Te prometo entregar las ganancias de tu esfuerzo salvándote un día.
—Con que no seas un estorbo me doy por satisfecho.
—¡Eso es más fácil! —al sonreír ampliamente parece cerrar los ojos— ¡Llévame a comer hamburguesas!
—No.
—¡Qué cruel!
...
Este libro es puro slice of life hasta que deje de serlo.
La única comida que no le gusta a Shokue son los alimentos ácidos.
NUEVA NOTA!!
Otro capítulo corto sobre mi trío favorito. Mi nena piensa que puede salvar a todos solo con buenas intenciones, la quiero mucho a mi niña tonta.
ESTÁS LEYENDO
Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"