Como Amanai Riko había decidido retirarse al colegio, los tres alumnos de grado especial se vieron obligados a ir detrás de ella a dicho colegio. El lugar era enorme, es lo primero que nota Shokue, los pasillos están llenos de chicas que desvían la mirada en cuanto hacen contacto visual con ella. Sabiendo que tres tipos como ellos llaman tanto la atención, deciden retirarse al área de la piscina, que está vacía en su totalidad a esa hora del día. Con ellos se encuentra también Kuroi, la sirvienta.
Shokue se sienta en la orilla y sumerge sus pies. El agua está helada. Mientras observa su reflejo en el agua escucha a Satoru murmurar y quejarse bajito, mientras marca algo en su celular.
Se queja con Yaga sobre quién sabe qué, no tiene ganas de prestarle atención...
—¡¿Ah?! ¿No es mejor llevarla directo a la escuela de magia? —reclama Satoru.
—Esas son las órdenes de Tengen-sama —sentencia Yaga, al otro lado de la línea—, debemos cumplir los deseos de Riko.
La llamada se acaba y Shokue ríe ante la mirada de furia de Satoru.
—Que mierda —gruñe el albino, pateando con fuerza el piso como un niño caprichoso—, consintiéndola así... No es justo.
—No empieces, Satoru —reclama Suguru, cruzado de brazos y apoyado contra la pared—. Ella estaba diciendo todas esas cosas, pero después de emerger quedará debajo de la escuela de magia con Tengen-sama con tal de sostener las barreras. Amigos, familias, todo lo que ama... Ya no será capaz de verlos. Dejarla disfrutar es nuestra misión.
—Eh... Es innecesariamente trágico —masculle Shokue, haciendo un puchero—. Sí, si yo estuviera en su lugar, iría a comer con Haibara-kun...
—¿Es que sólo piensas en comer? —reclama Satoru, rodando los ojos— ¡¿Qué me importa?! ¡Esto solo nos complica todo!
—Satoru —regaña Suguru una vez más—, ¿no quisieras ir a comer conmigo si supieras que vas a morir hoy?
El albino hace un puchero y desvía la mirada. Shokue imita una mueca de arcadas, asqueada por la cursilería de esos dos.
—Por favor, déjenla pasar tiempo con sus amigos —interrumpe Kuroi—. La señorita Riko ya no tiene ningún pariente —murmura, apretando sus manos entre sí y viendo al piso—, su familia estuvo involucrada en un accidente de auto y yo he cuidado de ella desde entonces, así que...
—Bueno, entonces tú eres su familia —señala Suguru, sonriendo.
Kuroi guarda silencio, conteniendo sus lágrimas.
—Sí... —susurra, con la voz quebrada, limpiándose las mejillas con el dorso de la mano.
—Eh, ¿cómo siempre sabes qué decir? —suspira Shokue, frunciendo el ceño— Ahora si me estoy deprimiendo —arruga la nariz y cierra los ojos para intentar contener las lágrimas.
—No empieces —reclama Satoru—. Se de ayuda y revisa esa técnica tuya de supervisión —ordena con el ceño fruncido y señalándola.
—¡Sí! ¡Gojo-senpai! —responde burlesca en un tono agudo, sacudiendo sus pestañas de arriba a abajo. Satoru rueda los ojos y ella ríe una vez más ante su disgusto. Cierra los párpados para usar la técnica de Turen, y hace aparecer incontables ojos en los pasillos de la escuela— Todo se ve despejado.
—¿Qué hay de tus shikigamis de observación, Suguru?
—Aunque no puedo compartir información con ellos me avisarán si hay alguna presencia extraña —suspira el otro Geto—, todo parece tranquilo ahora.
—Es conveniente que ahora puedas usar las técnicas de las maldiciones que comes, Shokue —expone Satoru para conveniencia del queridísimo lector. Una técnica que Shokue había descubierto casi por accidente hace varias semanas y compartió con sus acompañantes hace unas horas—, ¿crees que si te comas un chamán podrías usar sus técnicas también?

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Hambre ;; JJK
Fantasia"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"