59. Posesión.

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Nuestros héroes han sido capaces de agregar una nueva regla donde los jugadores pueden retirarse del juego intercambiando cien puntos y además invitando a un externo a participar. "Es como un esquema piramidal" señaló la más temible, y Megumi la regañó por el comentario tan impertinente.

Por si fuera poco parece que la Ascensión de Tengen-sama dónde iba a emerger con todo Japón ya ha empezado fuera de las colonias, parece ir poco a poco pues realmente son solo unas pocas personas las que se han enfermado, o eso había dicho El Ángel. Cómo ya se dijo, a Shokue realmente no le importan las explicaciones. En cuanto Tsumiki esté fuera de peligro y Satoru sea liberado de su encierro ella tomará la siesta más larga de su vida y espera no ser molestada hasta la llegada de su cumpleaños...

—Shokue, llevo un rato queriendo saber por qué estás cargando esa canasta —comenta Megumi, mientras esperan la llegada de Tsumiki a la colonia, en el tejado de uno de los tantos edificios del lugar. Un punto medio calculado de manera tosca entre todos.

—Nada realmente —responde, viendo al cielo, en cuanto divise la entrada de Tsumiki correrá a atraparla, pues recuerda que no es una chica muy hábil—. La encontré por ahí y creo que encaja con mi estética, ¿no? —antes ahí dentro había un dragón, pero lo tuve que cambiar por el bien de la consistencia de la trama.

—Enloqueció —anuncia Itadori, frunciendo los labios.

—Ya estaba loca —afirma Megumi, rodando los ojos—. "Va con mi estética", ¿qué quiere decir eso? —su mejor amigo se encoge de hombros. ¡Quiere decir que se ve aterradora! Cómo una verdadera segadora de almas.

—Cuando vea a Tsumiki le daré un abrazo —asegura, cerrando los ojos unos momentos, tomando un fuerte respiro, ignorando los comentarios anteriores—, y le pediré disculpas por maldecirla.

—¿Por eso me pediste perdón el día que cayó enferma? —cuestiona Megumi, se acerca a ella, y de manera perezosa apoya le apoya su peso. Ni la inmuta, no se mueve ni medio centímetro— ¿Piensas que tú la maldijiste?

—Quizás no directamente, pero mi simple presencia es la que atrajo la maldición de Tsumiki, estoy segura.

—Ella no te culpa al respecto, Shokue... Lo sé.

—Claro que no lo hace —suspira, desviando la mirada—. Tsumiki es simplemente muy buena.

—Y yo tampoco te culpo ni te guardo rencor.

—Me alivia oír eso.

—Shokue, estuve pensando-

Sus palabras son interrumpidas por Kogane, que anuncia la llegada de un nuevo jugador. Los tres presentes divisan a Tsumiki caer del cielo. A pesar de sus zapatos de vestir no tiene problemas al aterrizar con gracia, sacudiéndose la falda un poco y arreglándose el cabello una vez está en el piso.

—¡Tsumiki! —exclama al verla llegar, poniéndose de pie, acercándose a ella para sujetarle los brazos, verle los ojos una vez más. Tsumiki, que no tenía conexión biológica con Megumi, tenía una alegre mirada de ojos negros como el abismo, sus pestañas eran cortas, pero al sonreír sus pupilas parecían iluminarse un montón.

—¡Shokue! —sonríe la joven— ¿Usted también está aquí? ¡Qué gusto verla de nuevo!

Quería abrazarla y suplicarle perdón.

Pero de pronto no se sentía correcto.

El hambre le dio una punzada en el estómago.

Ella reconocía el hambre de Tsumiki, a la perfección, el hambre de una familia. Era un hambre peculiar, de origen noble y deseos puros. A diferencia de otros que debían alimentarse para saciarse, el hambre de Tsumiki tenía la particularidad de ser disminuida cuando alimentaba a otras personas. Por eso la inscribió a clases de cocina tan joven, porque desde pequeña pudo sentirlo.

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora