010: Las cosas por hacer.

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Taehyung pasaba largas noches en su oficina, al menos desde que todo el desastre había ocurrido.

Se sentaba en su cómoda silla, bebía de su costoso whiskey, se aflojaba la costosa corbata y luego solo pasaba horas y horas revisando documentos y acuerdos a la luz de su costosa lámpara de oficina, en algún momento de la noche su asistente entraría por la puerta para recordarle que debería dormir y comer algo, y al no obtener una respuesta vaga de su parte solo anunciaría, en medio de un suspiro de cansancio, que se iría a casa, Taehyung le murmuraría una despedida y se quedaría solo, allí en las sombras de su costosa e importante oficina.

Era un hombre de negocios, desde que tenía uso de razón supo cuál sería su papel para servir con su legado familiar y lo había tomado con todo el gusto, valor y honor del mundo, se hizo de un nombre, de una reputación, de su propio legado que ha cargado por años, ya sería una década, diez años desde que estaba completamente frente a su empresa, a cargo de ella y de cada aspecto que la transformó en la invaluable e indispensable K-E.

Su empresa, un edificio central en la gran Seul, de veintiséis pisos que albergaba al hombre dueño de todo el imperio Kim, los magnates del entretenimiento, con sedes en los principales mercados del mundo, un total de ciento treinta y ocho centrales en diferentes partes del mundo que eran dirigidos, gestionados, proporcionados, administrados y representados por un solo hombre, EL hombre.

Y Kim Taehyung solo era el nombre de un hombre.

Mismo hombre que miraba por el gran ventanal de su oficina, el mundo tan pequeño allí abajo, y Taehyung se sentaba a observarlo con un desinterés estremecedor, pensando, que si estuviese un poco loco de poder, mañana mismo toda Corea y los medios internacionales estarían llenos del mayor atentado público contra la imagen de las máximas figuras representativas del país.

Él podría acabar con más de una persona allí, sentando en esa silla, en esa oficina, haciendo apenas una llamada que iba a quitarle un miserable suspiro de tiempo. Él podría...

Presionó el botón de extensión de su contacto de confianza, tardando apenas dos tonos en que le respondiese. Taehyung inhalo profundo.

-Estas llamando muy seguido últimamente. -la voz fue suave, amistosa. -Comenzare a sonrojarme cada vez que vea tu nombre en mi identificador.

Taehyung sonrió, recostándose contra su asiento.

-Siempre supe que estabas enamorado de mí en secreto y que esperabas tu oportunidad para saltar sobre mi renombre y fortuna.

Bogum se rió al otro lado de la línea, susurrándole un "idiota" en tono cariñoso. Era de los pocos, por no decir el único, compañero de la universidad que le quedaba, muchos de ellos se habían distanciado en cuanto él se hizo de un verdadero lugar en el mundo de los negocios, no todos parecieron alegrarse de su éxito, y a Taehyung no le sorprendió ni un poco, después de todo, así era su mundo.

Pero nunca tuvo ningún tipo de competencia con Bogum, siempre fueron buenos compañeros, no amigos del todo, pero si lo suficientemente cercanos para hacerse bromas. Park Bogum solo era el cuarto hijo de un importante arquitecto, no tenía tanta presión sobre seguir un legado o régimen familiar, así que sin esas presiones, se dedicó a vivir la vida simple, y Taehyung apreciaba eso, porque hizo que su sentido de amistad fuese solo sincera y sin presiones de por medio.

Y que Bogum consiguiese la dirección corporativa de una de las cadenas de noticias más importantes de corea, misma que era parte de la nómina de K-E, hacía de su compañerismo amistoso muy beneficioso. Bogum sabía que en parte su puesto se lo debía a Taehyung y en conocimiento de eso, le hacía la vida más fácil.

Luz Intermitente [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora