Capítulo 21

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Todo mi armario estaba sobre la cama. No tenía idea de que usar para ir a una galería de arte. Se supone que esta gente es muy psicodélica, ¿no? O, bueno, no sé. No quiero ofender a nadie.

Ricky vio la pila de ropa, después a mí y me ladró.

-Si, ya sé- le dije- Todo está mal.

Además de que no encontraba una prenda que dijera "Amo el arte", el simple hecho de tener que hacerle preguntas a Noah, sin que se diera cuenta de que la estábamos interrogando sobre Ralph y Mario, me estaba poniendo muy nervioso. Aunque, no es novedad, ya llevaba dos gomas de mascar.

-Cariño, si quieres... ¿Qué paso aquí?- mi mamá cortó la oración a la mitad al ver mi cuarto desde el marco de la puerta.

-No sé que ponerme- respondí mirando la pila de ropa.

-Si... siento un deja vu hacia mi adolescencia- rió mientras entraba al cuarto. La miré algo mal, no porque estuviera enojado con ella, estaba enojado con la mis elecciones de compras durante los últimos cinco años- ¿A dónde vas?- preguntó examinando las prendas con la vista.

Suspiré. No tenía porque mentirle.

-Una galería de arte.

Me miró algo confundida y cambió la expresión a una sonrisa segundos después.

-¿Con Sarah?- agarró algunas camisas, mientras yo revoleaba los ojos.

-Si, con Sarah.

El otro día tuve miles de preguntas camufladas sobre el tema. Volví bastante tarde, después de las doce. Creí que quizás me reclamarían algo, pero cuando llegué, estaban los dos esperándome en el sofá con una sonrisa de oreja a oreja.

Intenté evadir la mayoría, más que nada porque, obviamente, eran todas mentiras y no me estaba gustando eso para nada.

-Que suerte que esté... ampliando tus intereses- dijo con un brillo en los ojos mientras seguía revolviendo ropa- Y, bueno...

-Mamá...- la interrumpí.

-Lo sé, lo sé- habló- No quieres contarme nada aún, está bien- reconoció- Te ayudaré con esto... a ver...

Movió varias prendas y terminó sacando un jean negro, para extendérmelo. Lo tomé y puso una mano en su barbilla, aún mirando.

Chasqueó los dedos segundos después y volvió a sonreír.

-Tengo la prenda perfecta para combinarlo- solto- Ven, sígueme- me hizo una seña con la mano y salió de mi habitacion.

Le hice caso y entramos a la suya, más bien, a la de mis padres. No era tan grande, casi como la mía. Con una cama matrimonial, dos mesitas de noche, un velador en cada una, con libros en la de la derecha (mamá) y anteojos, auriculares y dos celulares en la otra (papá). Tenían un gran televisor y un vestidor bastante amplio.

Mamá se metió a este, conmigo detrás de ella. Había olor a los perfumes de ambos, una combinación que siempre me gustó mucho.

Movió perchas del lado de papá y fue casi hasta el final. Sacó una camisa con unas manchas de pintura blancas, dibujadas a propósito como estampado, y fondo negro.

-Ten- me la dio- Tu papá la usaba todos los días en la universidad. Ya no le queda, pero obviamente, se rehúsa a donarla por si se hace más joven o no sé... una de esas ridiculeces que dice, para ocultar el hecho de que ama esta camisa- me reí y la tomé mirándola, algo inseguro.

-¿No le molestará?

-Ay, no seas tonto- hizo un ademán con la mano- Pruébatela- me animó.

Me saqué la remera que tenía y la tiré al piso. Me puse la camisa y caminé hacia el espejo que estaba en el fondo mientras me la abotonaba.

Nada mal. Un poco holgada, pero no me quedaba grande. Jamás había usado algo de papá, ni siquiera estaba enterado que esa camisa existía. Se sentía raro, pero a la vez, me veía bien en el espejo.

-Muy guapo- escuché la voz de justamente él detrás de mí y apareció en el reflejo, sonriendo junto a mamá.

Ok, el primer cumplido en 17 años. Sonreí también.

-¿En serio no te molesta que la use?- pregunté mientras me daba vuelta para mirarlo directamente.

-Por supuesto que no- contestó riendo, pero se puso serio de repente- Pero, si le pasa algo a esa camisa, pasarás el resto de tu vida de una manera muy miserable, hijo.

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