Capítulo 28

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Odiaba los silencios. Siempre lo hice, me ponen nervioso. Pero, ahora no me sentía así, seguía odiándolo, pero ahora solo me sentía mal, como una auténtica mala persona.

Nunca sabemos lo que pasa en la vida de los demás y decimos cosas, suposiciones. No tenemos idea de lo que hay detrás.

Fui un idiota.

Aún estábamos en la comisaría. Creo que eran más de las dos de la mañana.

Ya habían llamado a mis padres, eso sí. Y estábamos esperando en la parte de adelante, sentados en unas sillas contra la pared. No había casi nadie.

Sarah estaba a mi lado, con una pierna flexionada en el asiento y con el pie de la otra pierna apoyado en el. Miraba a la nada, casi perdida, estaba un poco despeinada y noté restos de máscara para pestañas debajo de sus ojos.

-Sarah...

-Ni siquiera se te ocurra decir "lo siento"- me interrumpió sin mirarme- No necesito tu lástima.

Me costó mucho empezar a hablar, y que me haya cortado, me hizo sentir peor. No me lo dijo mal exactamente, pero no tenía ganas de seguir la conversación.

-No lo sabía- dije de todas formas, solo para que sepa que estaba arrepentido y nada más. Podíamos seguir con el silencio.

-No quería que lo supieras- aclaró.

-¿Por qué?- pregunté- No iba a... juzgarte, ni nada.

Suspiró y tardó varios segundos en contestarme.

-No quería que lo supieras, punto- repitió.

Silencio otra vez y no me resistí.

-Lo siento- solté y se dió vuelta a mirarme por primera vez, con muy mala cara- No hablo de tu mamá, ni nada. Solo... en general- aclaré acomodándome en la silla- Por lo que dije, por como te hablé. No estuvo bien.

-Disculpa aceptada- sonrió con falsedad y volvió a apartar su vista de mí.

Lo arruiné, y como ya está arruinado, voy a indagar ahora. No porque quiera, no porque me lo merezca. Pero, siento que es lo correcto, para no cometer estos errores de hablar de más, de nuevo.

-Puedes decirme lo que pasó...- empecé y ella sacó aire algo molesta- Si quieres... no es para...

-Mi papá tomó muy malas decisiones y... está pagando las consecuencias- me interrumpió sin mirarme- Y mi mamá, intentó olvidar que tenía un esposo tomando alcohol- dió vuelta la cabeza y la noté más triste de lo que la he notado desde que la conozco- Pero, lamentablemente, se olvidó de que tenía una hija que debía cuidar- explicó y le noté los ojos vidriosos- Yo no tengo opción de ir a la universidad, Oliver- negó con la cabeza- Trabajo yo en la casa, cuido yo a mi madre para no perder lo poco que queda de ella- siguió- Yo no tengo futuro.

Tragué saliva, y me di cuenta, que tenía un nudo en la garganta. Siempre me pasaba eso cuando estaba reteniendo lágrimas. Porque si, me sentí mal por ella, muy mal.

Abrí la boca para decirle algo más, pero siguió hablando.

-¿Sabes por qué tengo tanta confianza?- recordé que le había preguntado eso en el hotel y que nunca me lo contestó- Porque no tengo otra alternativa. Es eso, o caerme a pedazos, y no puedo permitir que eso pase.

Entendí. Entendí todo.

-Escucha, Sarah...- empecé- Lo lamento. Todo, de verdad- dije con honestidad- Pero...

-Por supuesto que hay un "pero"- casi volvió a su actitud normal.

-Pero, quizás nos hubiéramos ahorrado esta conversación, si supiera algo más de ti- seguí y me miró confundida- Tu has estado en mi casa, conoces a mis padres, a mi perro, sabes cual es mi programa de televisión favorito, has visto fotos de mis amigos y... francamente, dedujiste muy bien mi vida con treinta segundos en mi casa- expliqué- Yo no sé nada y... no me parece muy justo.

Suspiró y pensó unos segundos.

-De acuerdo- asintió- Nueva regla- soltó- Si descubrimos algo del otro, esa persona, tendrá que decir algo sobre ella misma. Sin importar lo que sea- sugirió- ¿Te parece, Oliver Twist?- me extendió su mano.

Sonreí y se la estreché.

-Me parece.

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