Capítulo 63

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-No con esa actitud- me respondió.

-Sarah...

-No puedo creer que estemos de vuelta en el principio, Oliver- me interrumpió molesta.

-¿A qué te refieres?

-A esto, el "es peligroso"- contestó- Creí que ya habías superado esta estupidez.

-Eso no es lo que está pasando- discutí.

-¿Ah no?- exclamó- Porque yo veo al chico inseguro, que cree que el mundo está detrás de él todo el tiempo y que se piensa que los demás no tienen problemas- enumeró levantando la voz- Déjame decirte, que ese chico era muy irritante.

Me quedé callado, sintiéndome minúsculo. Como si ya no lo hubiera aclarado lo suficiente, o no se haya notado, antes de conocer a Sarah, era la persona más patética del mundo. Ella hackeó algo dentro de mí, para que mis inseguridades se desintegraran solas y me sintiera sin miedo y capaz de cualquier cosa.

Que ahora, ella misma me estuviera diciendo aquellas cosas, me estaba destrozando ¿Y si tenía razón?

-Quiero ayudarte, ¿está bien?- seguí, ignorando sus comentarios- Quiero resolver esto tanto como tu...

-¿Tanto como yo?- volvió a interrumpirme muy ofendida- En el momento en el que las cosas se pusieron difíciles, me echaste de tu casa. En mi momento más difícil- aclaró con los ojos húmedos- Y ahora, pasa lo mismo.

-No es...

-Oliver... Necesito a mi papá.

-Y por eso mismo...- me acerqué a ella- Tenemos que pensar bien todo esto. Porque si vamos, te pones en peligro tu, a mí y a él- dije finalmente.

Entendía que estaba estresada, resignada, cansa y triste. Por eso, no le contesté lo demás.

-No lo entiendes- negó con la cabeza- Y nunca lo vas a entender.

-Sarah...

-O vienes conmigo o no- interrumpió otra vez amenazante- La opción para mí, no es no ir- aseguró.

Estaba empezando a ver lo que ella decía de mí. Porque yo también estaba viendo a la Sarah del principio, a la testaruda, irresponsable e insoportable con querer hacerlo todo sin pensar.

-Hay que hablar con la asociación- repetí y revoleó los ojos.

-Voy a hacer un plan, no iremos así como así- aclaro.

-Hace dos minutos, querías ir ahora- argumenté su falta de conciencia en la situación.

Sacó aire, harta.

-Muy bien- asintió- Haz lo que quieras. Voy a planificar mi entrada a esa casa y punto- concluyó- Si cambias de opinión, que obviamente, lo harás, llama...

-¡No! ¡No voy a cambiar de opinión!- exclamé y se sobresaltó un poco- No voy a ceder, ya no más- aseguré- Quieres meterte a la casa de ese lunático para buscar algo, que es simplemente, una teoría mía- agarré su mochila del piso y volví a acercarme- Adelante- se la extendí hacia su pecho y la agarró, aún sorprendida por mi actitud- Cuando esté al borde de matarte cuando te descubra, por favor, escucha mi voz clara, diciéndote: te lo dije.

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