Puse la ropa sucia en la lavadora y solté un gran suspiro. Me di vuelta y me apoyé en esta con una sensación que no podía descrbir, jamás la había sentido antes.
No sé por cuanto tiempo besé a Sarah, bastante, eso si lo sé. Pero, cuando se separó de mí, sentí un vacío en los labios y en el estómago, por no tenerla más contra mi cuerpo. Era inexplicable.
Cortó el beso, me dijo que me dejaba el baño a mí y se fue. Me quedé bajo la ducha, aún con ropa varios minutos, porque no podía procesar lo que había pasado.
Me saqué todo, me duché rápido y volví a mi habitación con tan solo una toalla en la cintura y muchísima vergüenza. Si Sarah me veía así, me iba a agarrar un ataque. No es que no lo haya visto ese día que nos detuvieron. Pero, no se compara con ese día.
Me cambié rápido y terminé con darle a Sarah algo de mí ropa antes de que ella se metiera al baño.
Limpié un poco los pisos y la escalera, se había llenado de tierra y después me vine al lavadero detrás de la cocina.
Creo que había pasado media hora desde que la había besado y necesitaba hacerlo otra vez. Odio esto ¿Qué me está pasando? Mi estómago tenía vértigo y me temblaban las manos cuando lo sentía, el corazón me latía rápido si volvía al momento y la boca se me humedecía demasiado.
Sarah apareció en el lavadero con el pelo mojado, una camisa a cuadros, unos shorts grises y medias blancas ¿Cómo voy a usar esa ropa otra vez? Se ve tan tierno en ella.
-Ay, perdona... Ya puse a lavar- ignorar el tema, eso es lo mejor.
-No, está bien, me llevo mi ropa a casa- respondió. Asentí y la vi igual de nerviosa e incómoda que yo, cosa que no creí que fuera posible- Gracias por prestarme esto.
-No hay de que.
Silencio otra vez. Mierda.
-Debería irme- soltó- Ya es tarde.
No, por Dios. No te vayas, necesito besarte una vez más, al menos. Y sé que no lo haré nunca más, jamás tendré la cabeza lo suficientemente hipnotizada como para hacerlo de nuevo.
-Si, tienes razón- dije y me sonrió antes de salir del lavadero hasta la cocina- Espera...- salí yo también y la vi dándose vuelta- Sarah... No sé como manejar esto- hablé sincero y muy avergonzado. Pero, no podía ignorar el tema.
-Tampoco yo- soltó una risa- Me gustó besarte- confesó.
Vértigo otra vez.
-¿En serio?- levanté las cejas sorprendido y muy incrédulo. Asintió muchas veces- ¿Estás segura?- insistí.
Sonrió, intetando no reírse y se acercó a mí, juntando sus manos detrás de mi cuello. Tragué en seco, al tenerla tan cerca otra vez.
-Muy segura- aseguró- ¿A ti no?
-Si supieras lo que estoy reprimiendo no volver a hacerlo ahora, no tendrías que preguntar- salió solo. Dios, no basta, que vergüenza.
Sarah se volvió a reír, dejando de tocarme, pero se quedó cerca.
-Mira... No entiendo nada de esto, ¿ok?- empezó- Y no estamos para darnos el lujo de que las cosas se compliquen entre nosotros, tenemos un caso que resolver aún... Juntos- explicó y asentí- Así que... si alguno quiere besar al otro en algún momento, que lo haga- se encogió de hombros- ¿Te parece, Oliver Twist?
Ese apodo, que el primer día me molestó tanto. En ese momento, me pareció lo más lindo que me haya dicho. Y fue suficiente para aceptar ese trato.
Me acerqué otra vez, para juntar mis labios con los de ella una segunda vez y volverla sentir en todo el cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
Mastermind 💻
Azione¿Y si te digo que nada fue un accidente? Oliver, un chico tímido, pero increíblemente inteligente, siempre que lee una novela de misterio sabe perfectamente quien es el culpable después de la página 6, muy responsable y amable. Se le dan muy bien es...