Capítulo 44

25 2 0
                                    

Puse la ropa sucia en la lavadora y solté un gran suspiro. Me di vuelta y me apoyé en esta con una sensación que no podía descrbir, jamás la había sentido antes.

No sé por cuanto tiempo besé a Sarah, bastante, eso si lo sé. Pero, cuando se separó de mí, sentí un vacío en los labios y en el estómago, por no tenerla más contra mi cuerpo. Era inexplicable.

Cortó el beso, me dijo que me dejaba el baño a mí y se fue. Me quedé bajo la ducha, aún con ropa varios minutos, porque no podía procesar lo que había pasado.

Me saqué todo, me duché rápido y volví a mi habitación con tan solo una toalla en la cintura y muchísima vergüenza. Si Sarah me veía así, me iba a agarrar un ataque. No es que no lo haya visto ese día que nos detuvieron. Pero, no se compara con ese día.

Me cambié rápido y terminé con darle a Sarah algo de mí ropa antes de que ella se metiera al baño.

Limpié un poco los pisos y la escalera, se había llenado de tierra y después me vine al lavadero detrás de la cocina.

Creo que había pasado media hora desde que la había besado y necesitaba hacerlo otra vez. Odio esto ¿Qué me está pasando? Mi estómago tenía vértigo y me temblaban las manos cuando lo sentía, el corazón me latía rápido si volvía al momento y la boca se me humedecía demasiado.

Sarah apareció en el lavadero con el pelo mojado, una camisa a cuadros, unos shorts grises y medias blancas ¿Cómo voy a usar esa ropa otra vez? Se ve tan tierno en ella.

-Ay, perdona... Ya puse a lavar- ignorar el tema, eso es lo mejor.

-No, está bien, me llevo mi ropa a casa- respondió. Asentí y la vi igual de nerviosa e incómoda que yo, cosa que no creí que fuera posible- Gracias por prestarme esto.

-No hay de que.

Silencio otra vez. Mierda.

-Debería irme- soltó- Ya es tarde.

No, por Dios. No te vayas, necesito besarte una vez más, al menos. Y sé que no lo haré nunca más, jamás tendré la cabeza lo suficientemente hipnotizada como para hacerlo de nuevo.

-Si, tienes razón- dije y me sonrió antes de salir del lavadero hasta la cocina- Espera...- salí yo también y la vi dándose vuelta- Sarah... No sé como manejar esto- hablé sincero y muy avergonzado. Pero, no podía ignorar el tema.

-Tampoco yo- soltó una risa- Me gustó besarte- confesó.

Vértigo otra vez.

-¿En serio?- levanté las cejas sorprendido y muy incrédulo. Asintió muchas veces- ¿Estás segura?- insistí.

Sonrió, intetando no reírse y se acercó a mí, juntando sus manos detrás de mi cuello. Tragué en seco, al tenerla tan cerca otra vez.

-Muy segura- aseguró- ¿A ti no?

-Si supieras lo que estoy reprimiendo no volver a hacerlo ahora, no tendrías que preguntar- salió solo. Dios, no basta, que vergüenza.

Sarah se volvió a reír, dejando de tocarme, pero se quedó cerca.

-Mira... No entiendo nada de esto, ¿ok?- empezó- Y no estamos para darnos el lujo de que las cosas se compliquen entre nosotros, tenemos un caso que resolver aún... Juntos- explicó y asentí- Así que... si alguno quiere besar al otro en algún momento, que lo haga- se encogió de hombros- ¿Te parece, Oliver Twist?

Ese apodo, que el primer día me molestó tanto. En ese momento, me pareció lo más lindo que me haya dicho. Y fue suficiente para aceptar ese trato.

Me acerqué otra vez, para juntar mis labios con los de ella una segunda vez y volverla sentir en todo el cuerpo.

Mastermind 💻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora