Salí de la carpa y miré para ambos lados buscando a Sarah. No había mucha gente, así que, la vi caminando con rapidez a varios metros. Troté para alcanzarla y me puse a su lado.
-Mucha información, ¿no?- solté.
-Hay que encontrar a Ralph... Pronto- insistió- Con lo que dijo Mario y ahora esto... Es muy fuerte- siguió preocupada.
-Estoy de acuerdo- asenti- Podríamos buscar a si hija, parece ser bastante clave.
-Si... Puede ser- murmuró.
Salimos de la feria y empezamos a cruzar el parque ecológico. Según Sarah, era un atajo.
-¿Estás segura por donde estamos yendo?- dudé mirando al rededor y viendo... nada.
Estábamos en la parte más restringida del lugar. Solo había muchos árboles altos y mucha humedad. No había un camino hecho como en el parque en si.
-Si, tranquilo- iba corriendo hojas con la mano, molestaban.
Seguimos a un paso tranquilo, hasta que escuché un ruido y me sobresalté un poco. Le tengo miedo a los bosques en si, nunca sabes lo que hay a tu alrededor. Era un ruido de ramas y hojas, era constante.
Ese sonido es de algo que se arrastra.
Abrí los ojos asustado, al ver una serpiente a pocos metros de nosotros. No sé que especie es, si es venenosa o no y no era momento de analizarlo.
-¡Corre!- grité y lo hice.
Aceleré el paso en niveles que no conocía. El aire apenas me alcanzaba, pero no paré.
-¡¿Qué pasó?!
-¡Una serpiente nos sig...! ¡AH!
-¡AH!
Y de repente, ambos estábamos en el piso, con una humedad asquerosa en el cuerpo y la ropa. Lodo, lodo y barro por todos lados.
💻💻💻
Abrí la puerta de mi casa, empujándola.
Ya era de noche, bastante. No sabía que hora era y honestamente, no me importaba en lo absoluto. Después de caernos en un pozo lleno de agua, tierra, arena, hojas y no quiero saber que más; nos tomo unas dos horas volver por donde vinimos, y otra media hora aproximadamente, encontrar el auto.
El barro ya estaba seco, pero nunca en mi vida me había sentido tan repugnante. Y de mi auto, vaya a saber si algún día saldrán las manchas.
Pero ninguno discutió, ni se quejó. Todo fue en silencio.
-¡Pido la ducha!- gritó Sarah y empezó a subir las escaleras con rapidez.
-¿Qué?- cerré la puerta- ¡No! ¡Es mi casa!- exclamé siguiéndola.
Corrí por la escalera y le agarré el pie, haciendo que se tropezara. Iba a llegar primero y no iba a permitirlo.
-¡Hey!
Me adelanté y me apresuré por el pasillo de arriba hasta el baño, con Sarah pisándome los talones.
Entramos al mismo tiempo y nos lanzamos hacia la ducha. Terminé girando la perilla yo, abriendo el agua caliente con torpeza, ya que, tenía a básicamente mi compañera encima.
Nos mentimos los dos adentro con la lluvia tibia. Así, ambos con ropa y llenos de suciedad. Y ninguno iba a irse.
-¡Yo llegué primero!- discutí.
-Pero fue tu culpa que nos cayéramos al barro- me señaló con el dedo.
-¡¿Mi culpa?!- hablé muy molesto y me refregué la cara.
-Tu viste una serpiente.
-Tu quisiste ir por ahí- argumenté- Así que, es tu culpa.
-¡Tu culpa!
-¡Tu culpa!
Sea de quien fuere, era obvio que ninguno iba a abandonar el baño.
Sarah soltó una risa, que terminó con convertirse en una carcajada sonora.
-¿Qué es tan gracioso?- pregunté.
-Que la primer persona con la que estoy en la ducha es contigo- se rió más- Y estamos con ropa y sucios- no paraba de reír.
Terminé con hacer lo mismo, y el baño se llenó de ecos de nuestras carcajadas. La situación, era realmente insostenible.
-Digo lo mismo, supongo- le contesté sonriendo.
Silencio.
Ese silencio me sirvió para ver lo que tenía enfrente. El pelo de Sarah, ya estaba completamente mojado, y su cara, ya estaba limpia, a causa del agua que aún caía sobre los dos.
Esos ojos marrones que miraban en los míos, le goteaban las pestañas. Esos cachetes que se le inflaban cuando se reía o sonreía. La nariz redonda y demasiado perfecta.
Y los labios. Desvié la mirada a estos, porque nunca les presté demasiada atención.
Pero no quería mirarlos. Quería otra cosa.
No sé a que velocidad me acerqué a ella, pero le había dado un beso y me quedé ahí. Me quedé ahí, porque no sabía que hacer y, porque me di cuenta, que había hecho la estupidez más grande que pude haber hecho.
Sarah se separó milímetros, solo para volver a mis labios y mover los de ella con suavidad. Sentí un cosquilleo en todo el cuerpo, literalmente. Se me derretía la boca con tan solo poder tocar la de ella.
Puso sus manos en mis hombros y las bajó hasta las mías por mis brazos. Las ubicó en su cintura, haciendo que tocara esa parte que nunca me habría imaginado que tocaría. Al hacer eso, me agarró del cuello y acercó su cuerpo aún más al mío.
Repito, era obvio que ninguno iba a abandonar el baño.
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Mastermind 💻
Ação¿Y si te digo que nada fue un accidente? Oliver, un chico tímido, pero increíblemente inteligente, siempre que lee una novela de misterio sabe perfectamente quien es el culpable después de la página 6, muy responsable y amable. Se le dan muy bien es...