Capítulo 10

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Salimos del edificio bastante conformes. Aún no teníamos que había en el maletín, pero algo es algo y siento que podemos avanzar con eso. A veces, quizas creía que esto iba a ser un poco más divertido, pero en la realidad, es un proceso bastante lento y hay que tener paciencia.

-Quiero una dona- soltó Sarah mientras caminábamos al auto. No contesté- Pasamos un café por aquí, ¿verdad?- siguió.

La escuchaba casi cansada, insistente.

-Creo- respondí.

-Vamos- no preguntó, afirmó- Así podemos discutir el caso y no tengo que hablar con tus padres. Mira como sigo las reglas- agregó sonriendo.

Para decir verdad, también tenía hambre, apenas había desayunado y los nervios siempre ocupan una buena parte de mí estómago.

Seguimos caminando pocos metros hasta que volvimos a ver el café que habíamos pasado de ida, era una especie de bakery, Francis se llamaba. Ni bien cruzamos la puerta de vidrio, un olor perfecto a café, vainilla, pan y dulce, me invadió.

Había una gran pared de ladrillos llena de cuadros y frases. Era bastante grande y había una buena cantidad de gente, pero aún así, quedaba lugar. Tenía una pequeña barra y las mesas eran de madera clara, al igual que las sillas y otra parte con los sillones amurados a la pared.

Sarah se sentó en uno de estos y yo hice lo mismo frente a ella. Rápidamente, una chica nos trajo el menú, pero mi compañera lo rechazó con la mano.

-Dos donas glaseadas con chocolate y chispas y café con leche caliente- le dijo amablemente.

-Vaniella machiatto caliente- agregué yo.

-Las dos donas son para mí, por cierto- me advirtió Sarah. No sé porque creí que pediría para los ambos.

-Que sean tres, entonces- aclaré.

La chica asintió con una sonrisa y se alejó de la mesa.

-Bueno...- soltó ella sacando un cuaderno estilo notebook común con un bolígrafo de su mochila, que por cierto, era negra y parecía bastante vieja, hasta tenía algunos parches- ¿Qué tenemos, memoria edética?

-No ponerme apodos tendría que ser otra regla- murmuré, pero lo suficientemente alto para que me esuchcra.

-Ok, no abuses- me señaló con el dedo índice y abrió el cuaderno.

Revoleé los ojos.

-No se llevaba bien con Jenkins, era líder de una parte del depósito y no estaba de acuerdo con la distribución y fórmula- sinteticé. Ella anotó con rapidez. Me llamó la atención que era un cuaderno usado, estaba escribiendo en ya más de la mitad de este- Ah, y le desapareció a Mario la llave de su oficina, el mismo día que Ralph habló con él allí y la misma semana que desapareció el maletin- agregué.

La mesera volvió con una bandeja con nuestro pedido y dejó ambas tazas de café con un corazón de leche en cada uno en la mesa, junto con las donas en un plato y volvió a alejarse.

Sarah se llevó el bolígrafo a la boca y mordió la tapa que ya estaba más que mordisqueada.

-¿Qué piensas?- pregunté, y me di cuenta antes de empezar a comer, que aún tenía el chicle en la boca, así que agarré una servilleta y me deshice de el.

-Mario también dijo que el maletín le daba a Ralph poder sobre él y la compañía- contestó y asentí. Ella hizo lo mismo, procesando, aún pensando. Agarró una de las donas y mordió un gran pedazo- ¿Sería loco creer que lo que haya en el maletín es la fórmula secreta del licor?- me señaló otra vez levantado las cejas.

Tomé un sorbo de mi café, mientras pensaba en la posibilidad.

-No creo que sea loco- dije fianlmente- Al robarlo, deja a Rosè L'amour sin fórmula y sin distribución como él quería.

Sarah tomó su café y, antes de darme cuenta, terminó su primera dona.

-Suponiendo que él lo hizo.

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