Salimos del edificio bastante conformes. Aún no teníamos que había en el maletín, pero algo es algo y siento que podemos avanzar con eso. A veces, quizas creía que esto iba a ser un poco más divertido, pero en la realidad, es un proceso bastante lento y hay que tener paciencia.
-Quiero una dona- soltó Sarah mientras caminábamos al auto. No contesté- Pasamos un café por aquí, ¿verdad?- siguió.
La escuchaba casi cansada, insistente.
-Creo- respondí.
-Vamos- no preguntó, afirmó- Así podemos discutir el caso y no tengo que hablar con tus padres. Mira como sigo las reglas- agregó sonriendo.
Para decir verdad, también tenía hambre, apenas había desayunado y los nervios siempre ocupan una buena parte de mí estómago.
Seguimos caminando pocos metros hasta que volvimos a ver el café que habíamos pasado de ida, era una especie de bakery, Francis se llamaba. Ni bien cruzamos la puerta de vidrio, un olor perfecto a café, vainilla, pan y dulce, me invadió.
Había una gran pared de ladrillos llena de cuadros y frases. Era bastante grande y había una buena cantidad de gente, pero aún así, quedaba lugar. Tenía una pequeña barra y las mesas eran de madera clara, al igual que las sillas y otra parte con los sillones amurados a la pared.
Sarah se sentó en uno de estos y yo hice lo mismo frente a ella. Rápidamente, una chica nos trajo el menú, pero mi compañera lo rechazó con la mano.
-Dos donas glaseadas con chocolate y chispas y café con leche caliente- le dijo amablemente.
-Vaniella machiatto caliente- agregué yo.
-Las dos donas son para mí, por cierto- me advirtió Sarah. No sé porque creí que pediría para los ambos.
-Que sean tres, entonces- aclaré.
La chica asintió con una sonrisa y se alejó de la mesa.
-Bueno...- soltó ella sacando un cuaderno estilo notebook común con un bolígrafo de su mochila, que por cierto, era negra y parecía bastante vieja, hasta tenía algunos parches- ¿Qué tenemos, memoria edética?
-No ponerme apodos tendría que ser otra regla- murmuré, pero lo suficientemente alto para que me esuchcra.
-Ok, no abuses- me señaló con el dedo índice y abrió el cuaderno.
Revoleé los ojos.
-No se llevaba bien con Jenkins, era líder de una parte del depósito y no estaba de acuerdo con la distribución y fórmula- sinteticé. Ella anotó con rapidez. Me llamó la atención que era un cuaderno usado, estaba escribiendo en ya más de la mitad de este- Ah, y le desapareció a Mario la llave de su oficina, el mismo día que Ralph habló con él allí y la misma semana que desapareció el maletin- agregué.
La mesera volvió con una bandeja con nuestro pedido y dejó ambas tazas de café con un corazón de leche en cada uno en la mesa, junto con las donas en un plato y volvió a alejarse.
Sarah se llevó el bolígrafo a la boca y mordió la tapa que ya estaba más que mordisqueada.
-¿Qué piensas?- pregunté, y me di cuenta antes de empezar a comer, que aún tenía el chicle en la boca, así que agarré una servilleta y me deshice de el.
-Mario también dijo que el maletín le daba a Ralph poder sobre él y la compañía- contestó y asentí. Ella hizo lo mismo, procesando, aún pensando. Agarró una de las donas y mordió un gran pedazo- ¿Sería loco creer que lo que haya en el maletín es la fórmula secreta del licor?- me señaló otra vez levantado las cejas.
Tomé un sorbo de mi café, mientras pensaba en la posibilidad.
-No creo que sea loco- dije fianlmente- Al robarlo, deja a Rosè L'amour sin fórmula y sin distribución como él quería.
Sarah tomó su café y, antes de darme cuenta, terminó su primera dona.
-Suponiendo que él lo hizo.
ESTÁS LEYENDO
Mastermind 💻
Ação¿Y si te digo que nada fue un accidente? Oliver, un chico tímido, pero increíblemente inteligente, siempre que lee una novela de misterio sabe perfectamente quien es el culpable después de la página 6, muy responsable y amable. Se le dan muy bien es...